VICENT MOLINS. Porque si los brazos de De Paul y Cristiano son del mismo mundo, sus errores en el campo merecían la misma visibilidad y no que uno fuera exhibido con normalidad y el otro escondido...
VALENCIA. Rodrigo de Paul nunca en su vida había visitado el Pizjuán pero un minuto con el Valencia bastó para expulsarlo. No debe ser casual que prácticamente cada visita al recinto donde Sissoko y Xisco ganaron una Liga -y Jaume Ortí se abrazó a Vicentín en la ducha- se salde con una roja en las narices. Hay un componente de rabia en el ambiente valencianista que hace que allí se traspapele el dominio y se convierta en desquicio.
No hubo problema en ver el brazo de De Paul palpando el pómulo de Aleix Vidal. La retransmisión, cumpliendo con su función informativa, mostró el lance. La sangre de Aleix, como si de la napia de Burdisso se tratara, enrojeció la tarjeta. Todos lo vimos, no se discutió y a partir de ahí el Valencia comenzó a empatar el partido.
Precisamente unos años antes fue David Navarro el que con su brazo derribó a Fernando Llorente y a Javi Martínez, dando lugar a una corriente hater contra el hulk del Port de Sagunt. También entonces las cámaras estaban en su sitio y pudo verse con repetitiva fruición el braceo de Navarro contra los vascos. Las agresiones sucedían, y se retransmitieron en el acto y a posteriori. Como debe ser.
En cambio el viernes en el Atlético-Real Madrid se dio una concatenación de casualidades que impidieron que en el momento los espectadores vieran como Cristiano, en un aleteo que ni una mariposa en arrancada, impactaba intensamente su brazo contra el careto de Godín.
La acción, más allá de un choque brusco a la carrera, pareció un desquite subido de tono. "Godín siempre está donde no debe...".
La jugada en el Calderón tiene lecturas que van más allá del incidente. No se pudo ver en directo -extraño, pero siempre hay algo que se escapa al ojo realizador-, y no se detectó después... o bien se detectó pero se retuvo, secuestrada la pieza hasta que inevitablemente la red la filtró. TVE se excusó con motivos creíbles, alegando que si bien son ellos los responsables de la emisión, los resúmenes (y por tanto la captación de extras del partido) corren a cargo de la RFEF a través de Mediapro.
La agresión de Cristiano ni es una jugada decisiva, ni tuvo influencia sobre elpartido, ni tiene trascendencia más allá de asistir al comportamiento repentinamente cerril de una estrella. Sin embargo su ausencia en los resúmenes televisivos sí es una señal con un calado importante. Denota un criterio especial a la hora de enseñar o esconder imágenes. La peligrosa tentación de jugar con la realidad e interpretarla a conveniencia.
¿Qué hubiera pasado si internet -que tiene el defecto de la sobreabundancia pero la controvertida cualidad de transparentar cada hecho- no hubiese publicado los golpes de Cristiano? Lo más probable es que hubieran sido invisibles, esto es, que nunca habrían existido. ¿Por qué se ocultaron las imágenes?, ¿los hechos serían los mismos de haberse tratado de otro equipo o de otro jugador?
Porque si los brazos de De Paul y Cristiano son del mismo mundo, sus errores en el campo merecían la misma visibilidad y no que uno fuera exhibido con normalidad y el otro escondido como en un truco de magia chapucero.
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