La posibilidad de una doble lista de favoritos de las asesoras y la reunión con los ofertantes marcan la reunión en la sede de PwC
El guión saltó por los aires. Ni hubo comunicado ni la reunión fue un mero trámite. Pasadas las once y media de la noche los miembros de la comisión gestora se levantaron para poner punto y final a un encuentro que se alargó más de lo previsto y que obliga a la Fundación a enviar el comunicado sobre las fechas del proceso de venta, si es que al final lo hay, para hoy.
Los plazos se le están atragantando a todas las partes. Esta semana, una vez terminadas las vacaciones de Semana Santa, se debía haber puesto sobre la mesa la valoración de las ofertas. El proceso, entre los festivos y la abundante documentación presentada, se ha retrasado más de lo previsto. El Jueves Santo, en una reunión de carácter informal, los patronos de la Fundación fijaron el 17 de mayo como el día de la votación y descartaron la opción, que algunos defendieron con ímpetu, de que la junta de accionistas conociera las dos ofertas favoritas antes de votar definitivamente la venta del club. Al final, una mayoría de los representantes en la Fundación forzó para que se mantuviera el plan previsto y que al criterio de la masa social sólo se remitiera una oferta con la vitola ya de ganadora y nueva propietaria del Valencia.
En los próximos días está previsto que los representantes de las seis ofertas que quedan pasen ante la comisión gestora a explicar su proyecto. Es el paso definitivo y la última carta para valorar y calibrar las distintas propuestas para comprar el Valencia. Hay que tener en cuenta que en este proceso no sólo prima la aportación económica sino también el plan deportivo y social. De hecho, en el documento de bases que se proporcionó a los inversores interesados en la compra del club se advirtió en uno de los últimos puntos que el hecho de presentar la mejor oferta monetaria garantizaba la compra del club.
Uno de los aspectos vitales que pueden agriar el proceso todavía más, como ayer señaló este periódico, es la posibilidad de que las dos empresas consultoras, PwC y KPMG, presenten listas separadas sobre la valoración de las distintas ofertas. Una cosa es que encima de la mesa se pongan dos propuestas, pero las mismas como favorita y aspirante. En este caso, el camino se abriría hacia la número uno porque ambas asesoras apostarían por un mismo candidato en una lista única.
Pero la opción de que KPMG y PwC, que hay que recordar que representan a Bankia y al Valencia, respectivamente, presenten su propia lista puede desembocar en dos semanas de tensión y de presión hacia los patrones para que se sitúen a uno u otro lado. En política siempre se pide el voto secreto cada vez que el grupo opositor considera que podrían haber fugas en la bancada mayoritaria. En este caso, como validan los estatutos, poner en un papel el nombre del ganador sin hacerlo público podría favorecer a la fuga de votos y hacer peligrar la mayoría de dos tercios necesaria.
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