Pese a los clichés de uno y otro, el verano en que se marcharon Villa y Silva fue el único en el que las ventas superaron
M. R. | VALENCIA..- Manuel Llorente siempre tuvo la etiqueta de presidente vendedor. Ahora resulta que, en sólo un verano, Amadeo Salvo le ha adelantado por la derecha. Al mismo tiempo, el empresario ha presentado en pocas semanas sus credenciales como duro negociador, cualidad que también se otorgaba al expresidente cuando regresó a Mestalla.
De hecho, si algo tienen en común Manuel Llorente y Amadeo Salvo es que ambos han tomado, en el inicio de su mandato, decisiones aplaudidas por la afición del Valencia. Muchos de los que corearon aquello del 'Llorente vete ya' no se acordaban entonces del pulso que ganó al todopoderoso Real Madrid en el verano de 2009.
El equipo blanco puso todos sus esfuerzos en fichar a Villa. En Madrid destaparon escapadas del asturiano a la capital y acuerdos de traspaso inminentes, pero el Guaje siguió goleando un año más en Valencia. Amadeo Salvo ha tenido este verano su dosis de triunfo en el culebrón Soldado, a pesar de que no ha podido frenar su marcha.
La afición del Valencia aplaude su firmeza a la hora de exigir al Tottenham los 30 millones de la cláusula de rescisión. Ni uno menos. Al final, Daniel Levy, el presidente que ha hecho sudar la gota gorda al mismísimo Florentino por Gareth Bale, pasó por el aro, sacó la chequera y pagó. Este pellizco permitirá al club de Mestalla compensar el desajuste presupuestario derivado de no disputar la Champions.
Pero esta venta ha colocado, estadísticamente, al recién llegado Amadeo Salvo como un presidente aún más vendedor que Llorente. Es decir, los números dicen que el empresario tiene menos apego por los jugadores que el hombre que traspasó a Villa, a Silva, a Mata o a Jordi Alba de forma consecutiva.
En su primer verano, Salvo ha firmado las ventas de Soldado, Tino Costa, Valdez y Gago. Con el argentino, por cierto, también tuvo que negociar hasta la extenuación con Boca Juniors por el 50% de sus derechos federativos. Todos estos traspasos han reportado al Valencia unos ingresos de 41 millones.
En sus cuatro temporadas en el sillón presidencial de Mestalla, Llorente sólo superó esta cifra en una ocasión: en verano de 2010. Después de evitarlo el primer año, ya no pudo frenar la salida de Villa al siguiente verano. El Guaje no se marchó al Real Madrid, sino al Barcelona. Escoció, eso sí, que además del asturiano hiciese las maletas Silva.
Además, Llorente tuvo la 'mala suerte' de que Villa fuese ese mismo verano el delantero de la selección campeona del mundo. A muchos le parecieron pocos los 40 kilos que pagó el Barcelona.
Desde entonces, la fama de duro negociador de Llorente se fue erosionando, de forma lenta pero imparable. El hombre que había evitado la marcha de Villa en 2009 adquirió por contra una fama de liquidador. No le ayudó, desde luego, el verano de 2011.
La 'renoventa' de Mata, es decir, que prolongase su contrato a cambio de poner un precio de salida, desató críticas. Pero si hay algo que no se perdona a los responsables del Valencia por aquel entonces es no evitar la marcha de Isco. La fuga de la perla al Málaga lastró la popularidad del presidente, de Braulio y sobre todo de Emery por no darle oportunidades.
Si el divorcio entre el técnico y la afición ya se hizo efectivo ese verano, a Llorente lo apuntilló el traspaso de Jordi Alba (por no abordar su renovación a tiempo) y el fallido fichaje de Pellegrino. Con el lateral se repitieron los acontecimientos de la 'operación Villa': le salió al Barcelona barato teniendo en cuenta su sobresaliente actuación en la Eurocopa de 2012. Por aquel entonces ya nadie se acordaba de que el presidente ganó un día el pulso por Villa al mismísimo Florentino Pérez.
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