Mientras jóvenes como Jordi Alba y Canales están a las puertas de la roja, el ostracismo de otros jugadores alimentan las dudas Llorente dialoga con Emery en la puerta del vestuario tras el discreto partido ante el Granada
C. V. Camina Fabri por la banda de Mestalla buscando el camino más corto para subirse al autobús del equipo. El técnico del Granada va cabizbajo en compañía de dos de sus ayudantes mientras Unai Emery, en ese mismo instante, trata de dar algo de luz al gris partido de su equipo. Lo hizo en su habitual comparecencia post partido, algo más tarde de lo habitual. Antes de valorar públicamente el partido, el técnico estuvo dialogando en la puerta del vestuario con Braulio Vázquez, coordinador de la secretaría técnica, el presidente, Manuel Llorente, y el consejero Fernando Giner. A la cúpula del club le escoció los silbidos escuchados en el tramo final.
En realidad, Mestalla tiene ganas de ver muchas cosas. Tiene ganas de ver, por ejemplo, si Barragán sirve de verdad o no para hacerle sombra el año que viene al nuevo lateral derecho. Si Alcácer se puede convertir con los años en 'aspirante' a Villa. Si Banega es capaz de hacer tres partidos seguidos al nivel del que él es capaz. Si el equipo aguanta de una vez por todas un encuentro completo sin desfondarse. Si Jonas mete algún gol. Si Aduriz está tan mal como para no acordarse nadie del 4-4-2...
Mientras el equipo esté arriba, Emery seguirá teniendo el merecido margen, pero ya se sabe que a Llorente cada vez que ve la alineación parece que le entra un gusanillo peligroso en el cuerpo. Al presidente, ni a nadie, le gusta que pese a ganar la gente silbe. De ahí que a pocos extrañe que como suele ser habitual también el presidente se preocupe por conocer de primera mano cómo está el equipo. Las reuniones en el túnel de vestuario, como la que desveló anoche Rádio 9, suelen ser para aclarar ideas.
Sobre el césped, también en ese momento, sudan cinco jugadores que al Granada y al noventa por cien de los equipos de Primera les gustaría tener en sus plantilla. A saber, la agilidad de Diego Alves, la promesa de Barragán, la proyección de Parejo, la experiencia de Ricardo Costa y la calidad de Tino Costa.
Sin ellos ganó el Valencia al Granada. En realidad, parece que sólo hizo falta la bota izquierda de Canales para tumbar a uno de los novatos condenados a priori a luchar por el descenso. Tiene argumentos donde elegir y de sobra Unai cada semana para poner los partidos a su favor, pero ya se sabe que en Valencia gusta y mucho el debate y/o la lógica. Sobre todo porque no hay forma de encontrar la clave para acertar una alineación de Emery.
Con lo sencillo a veces que es poner a los mejores y lo difícil que resulta darle salida al potencial que reúne esta plantilla. Al menos ayer el entrenador dejó quieta la manivela de los sistemas y puso el habitual: 4-2-3-1. No funcionó de maravilla, pero lo más probable es que la causa del sopor del partido no fuera el dibujo sino la falta de chispa.
No deja de sorprender que el técnico repita con Miguel en el lateral pese a que el portugués jugó frente al Chelsea, vuelva a descolgar de la lista a Ricardo Costa (ha pasado del todo a la nada) y a Parejo. También llama la atención la entrada en el once inicial a un Maduro que a estas alturas de su carrera ya no sabrá si es internacional porque aquí juega de tercer central, si porque a veces lo ponen de pivote o simplemente porque es un buen tipo.
Además, y por aquello de buscarle tres pies al gato, hasta llama también la atención que frente al Chelsea optara por prescindir de la convocatoria del segundo delantero de su plantilla (Aduriz) y que ayer echara mano del filial para meter en el banquillo a Alcácer.
Es evidente que a este paso a nadie sorprenderá que un día de estos el vestuario empiece a agitarse desde dentro. Ricardo Costa, por ejemplo, debe estar alucinando con lo que está viviendo. Rami es intocable y está que se sale y Víctor Ruiz cumple a un buen nivel salvo cuando Unai la lía con tres centrales. De eso nadie tiene duda, pero el que fuera titular indiscutible se ha convertido ahora en un elemento totalmente prescindible. De Dealbert, ni hablamos ya.
El portugués este verano admitía con claridad que al Valencia le hacía falta fichar un central de garantías. Tampoco se podía imaginar que eso le iba a provocar ver los partidos desde la tribuna o desde el comedor de su casa. Jugó la primera parte del desastre del día del Racing y eso ha sido su condena absoluta, justo ahora que ve en la lejanía su participación en la Eurocopa.
No es el único que tiene intereses metidos en lo de las selecciones. Que se lo pregunten a Jordi Alba, que ayer lucía una sonrisa casi más grande de lo que es él mismo. El nuevo pupilo de Del Bosque se ha convertido en la sana envidia de sus compañeros, sobre todo de Soldado. El Valencia si de algo puede presumir, y presume, es de tener jugadores jóvenes y con mucha proyección y algunos de ellos incluso a la vuelta de la esquina serán internacionales absolutos.
Canales está a las puertas, mientras que otro internacional del que se sigue esperando su aparición es Parejo. De momento asume eso de que tiene que crecer, pero el Valencia del futuro en determinados momentos se construye en el presente. Parejo costó una buena pasta y eso siempre marca, como le va a ocurrir a Piatti. El argentino es el primero es admitir que no está suelto y así se lo ha hecho saber a los propios responsables del club. Es el primero que quiere despertar.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2011-10-02/pitos-incomodan-palco-20111002.html
C. V. Camina Fabri por la banda de Mestalla buscando el camino más corto para subirse al autobús del equipo. El técnico del Granada va cabizbajo en compañía de dos de sus ayudantes mientras Unai Emery, en ese mismo instante, trata de dar algo de luz al gris partido de su equipo. Lo hizo en su habitual comparecencia post partido, algo más tarde de lo habitual. Antes de valorar públicamente el partido, el técnico estuvo dialogando en la puerta del vestuario con Braulio Vázquez, coordinador de la secretaría técnica, el presidente, Manuel Llorente, y el consejero Fernando Giner. A la cúpula del club le escoció los silbidos escuchados en el tramo final.
En realidad, Mestalla tiene ganas de ver muchas cosas. Tiene ganas de ver, por ejemplo, si Barragán sirve de verdad o no para hacerle sombra el año que viene al nuevo lateral derecho. Si Alcácer se puede convertir con los años en 'aspirante' a Villa. Si Banega es capaz de hacer tres partidos seguidos al nivel del que él es capaz. Si el equipo aguanta de una vez por todas un encuentro completo sin desfondarse. Si Jonas mete algún gol. Si Aduriz está tan mal como para no acordarse nadie del 4-4-2...
Mientras el equipo esté arriba, Emery seguirá teniendo el merecido margen, pero ya se sabe que a Llorente cada vez que ve la alineación parece que le entra un gusanillo peligroso en el cuerpo. Al presidente, ni a nadie, le gusta que pese a ganar la gente silbe. De ahí que a pocos extrañe que como suele ser habitual también el presidente se preocupe por conocer de primera mano cómo está el equipo. Las reuniones en el túnel de vestuario, como la que desveló anoche Rádio 9, suelen ser para aclarar ideas.
Sobre el césped, también en ese momento, sudan cinco jugadores que al Granada y al noventa por cien de los equipos de Primera les gustaría tener en sus plantilla. A saber, la agilidad de Diego Alves, la promesa de Barragán, la proyección de Parejo, la experiencia de Ricardo Costa y la calidad de Tino Costa.
Sin ellos ganó el Valencia al Granada. En realidad, parece que sólo hizo falta la bota izquierda de Canales para tumbar a uno de los novatos condenados a priori a luchar por el descenso. Tiene argumentos donde elegir y de sobra Unai cada semana para poner los partidos a su favor, pero ya se sabe que en Valencia gusta y mucho el debate y/o la lógica. Sobre todo porque no hay forma de encontrar la clave para acertar una alineación de Emery.
Con lo sencillo a veces que es poner a los mejores y lo difícil que resulta darle salida al potencial que reúne esta plantilla. Al menos ayer el entrenador dejó quieta la manivela de los sistemas y puso el habitual: 4-2-3-1. No funcionó de maravilla, pero lo más probable es que la causa del sopor del partido no fuera el dibujo sino la falta de chispa.
No deja de sorprender que el técnico repita con Miguel en el lateral pese a que el portugués jugó frente al Chelsea, vuelva a descolgar de la lista a Ricardo Costa (ha pasado del todo a la nada) y a Parejo. También llama la atención la entrada en el once inicial a un Maduro que a estas alturas de su carrera ya no sabrá si es internacional porque aquí juega de tercer central, si porque a veces lo ponen de pivote o simplemente porque es un buen tipo.
Además, y por aquello de buscarle tres pies al gato, hasta llama también la atención que frente al Chelsea optara por prescindir de la convocatoria del segundo delantero de su plantilla (Aduriz) y que ayer echara mano del filial para meter en el banquillo a Alcácer.
Es evidente que a este paso a nadie sorprenderá que un día de estos el vestuario empiece a agitarse desde dentro. Ricardo Costa, por ejemplo, debe estar alucinando con lo que está viviendo. Rami es intocable y está que se sale y Víctor Ruiz cumple a un buen nivel salvo cuando Unai la lía con tres centrales. De eso nadie tiene duda, pero el que fuera titular indiscutible se ha convertido ahora en un elemento totalmente prescindible. De Dealbert, ni hablamos ya.
El portugués este verano admitía con claridad que al Valencia le hacía falta fichar un central de garantías. Tampoco se podía imaginar que eso le iba a provocar ver los partidos desde la tribuna o desde el comedor de su casa. Jugó la primera parte del desastre del día del Racing y eso ha sido su condena absoluta, justo ahora que ve en la lejanía su participación en la Eurocopa.
No es el único que tiene intereses metidos en lo de las selecciones. Que se lo pregunten a Jordi Alba, que ayer lucía una sonrisa casi más grande de lo que es él mismo. El nuevo pupilo de Del Bosque se ha convertido en la sana envidia de sus compañeros, sobre todo de Soldado. El Valencia si de algo puede presumir, y presume, es de tener jugadores jóvenes y con mucha proyección y algunos de ellos incluso a la vuelta de la esquina serán internacionales absolutos.
Canales está a las puertas, mientras que otro internacional del que se sigue esperando su aparición es Parejo. De momento asume eso de que tiene que crecer, pero el Valencia del futuro en determinados momentos se construye en el presente. Parejo costó una buena pasta y eso siempre marca, como le va a ocurrir a Piatti. El argentino es el primero es admitir que no está suelto y así se lo ha hecho saber a los propios responsables del club. Es el primero que quiere despertar.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2011-10-02/pitos-incomodan-palco-20111002.html
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