Julián Montoro
¿Cuánto tuvo que ver la decisión de Emery de cambiar el sistema defensivo que estaba funcionando en la derrota del Valencia?
Hay alguna posibilidad de que tenga razón Unai. El Valencia fue un desastre durante la primera mitad pero quizá no todo sea por culpa del cambio de sistema. Perdió el partido por ese gol de Kanouté en la primera mitad, cuando el Sevilla era claramente mejor, pero también por todos los regalos de la segunda cuando lo tenía a merced. Pero la cuestion, entonces, nos llevaría a la imposible labor de calcular cuánto contribuyó el entrenador a la derrota de su equipo con su extraña decisión de cambiar el sistema defensivo, el que por fin estaba funcionando. En el fútbol actual casi todo se puede medir, pero hay algunas cosas que todavía no. Por eso siempre es mejor reconocer que uno no ha estado bien, que tomó una decisión pensando que era buena pero al final no lo fue tanto. Si tus ojos te engañan, no es necesario que te los arranques. Basta con que te pongas gafas.
Mentalidad y orden
La puesta en escena del Valencia acusó primero un problema de mentalidad y a continuación otro de orden. El equipo —con el sistema que fuera— no salió ni a la mitad de revoluciones que tres días antes delante del Barça, en pocos minutos recibió un gol y gracias que el de la gomina le quitó otro al Sevilla. El problema de orden era más bien por desorden. La virtud del Sevilla era que cada uno estaba en su sitio, nada del otro mundo, mientras el Valencia era todo lo contrario. Había muchos defensas, pero volvían las miradas, los desajustes, los pasillos… Hay que reconocer que el equipo tuvo momentos de gran vulgaridad, son imágenes que creímos perdidas y olvidadas ya en el pasado, todavía reciente pero al fin y al cabo pasado.
Una sombra
Aduriz fue héroe y villano por accidente en apenas cuatro minutos. Son los que pasaron desde que forzó la expulsión y el penalti, que dejaba al Sevilla con nueve y la posibilidad de empatar el partido, hasta que él mismo vio la roja por pisar a Spahic. Es el central que Braulio tenía fichado para el Valencia, un tipo ya veterano y experimentado, pero no menos que Aduriz, que sin embargo cayó en la provocación y perjudicó gravemente a su equipo. Está bien que pida perdón porque la jugada tiene delito, pero no es más que una jugada. Más allá, hay que empezar a preguntarse por qué el delantero vasco no es más que una sombra del que era hace un año por estas fechas.
Creer y no creer
Después del espectáculo del miércoles en Mestalla el Valencia ganó muchos creyentes, dio pruebas evidentes de que la Liga podía estar viva y ser muy bonita, pero hay que ver la capacidad que tiene este equipo para enganchar y desenganchar a su gente. Es sorprendente el conflicto de fe que provoca el Valencia en las conciencias de sus aficionados. Desde luego, la mayoría de los que el miércoles creían lo seguirán haciendo, aunque a trancas y barrancas, pero qué difícil es creer, qué difícil lo ponen a veces. Con el Chelsea a la vuelta de la esquina, lo único que se puede hacer ahora es creer.
http://www.superdeporte.es/julian-montoro/2011/09/25/ojos-enganan-arranques/139753.html
¿Cuánto tuvo que ver la decisión de Emery de cambiar el sistema defensivo que estaba funcionando en la derrota del Valencia?
Hay alguna posibilidad de que tenga razón Unai. El Valencia fue un desastre durante la primera mitad pero quizá no todo sea por culpa del cambio de sistema. Perdió el partido por ese gol de Kanouté en la primera mitad, cuando el Sevilla era claramente mejor, pero también por todos los regalos de la segunda cuando lo tenía a merced. Pero la cuestion, entonces, nos llevaría a la imposible labor de calcular cuánto contribuyó el entrenador a la derrota de su equipo con su extraña decisión de cambiar el sistema defensivo, el que por fin estaba funcionando. En el fútbol actual casi todo se puede medir, pero hay algunas cosas que todavía no. Por eso siempre es mejor reconocer que uno no ha estado bien, que tomó una decisión pensando que era buena pero al final no lo fue tanto. Si tus ojos te engañan, no es necesario que te los arranques. Basta con que te pongas gafas.
Mentalidad y orden
La puesta en escena del Valencia acusó primero un problema de mentalidad y a continuación otro de orden. El equipo —con el sistema que fuera— no salió ni a la mitad de revoluciones que tres días antes delante del Barça, en pocos minutos recibió un gol y gracias que el de la gomina le quitó otro al Sevilla. El problema de orden era más bien por desorden. La virtud del Sevilla era que cada uno estaba en su sitio, nada del otro mundo, mientras el Valencia era todo lo contrario. Había muchos defensas, pero volvían las miradas, los desajustes, los pasillos… Hay que reconocer que el equipo tuvo momentos de gran vulgaridad, son imágenes que creímos perdidas y olvidadas ya en el pasado, todavía reciente pero al fin y al cabo pasado.
Una sombra
Aduriz fue héroe y villano por accidente en apenas cuatro minutos. Son los que pasaron desde que forzó la expulsión y el penalti, que dejaba al Sevilla con nueve y la posibilidad de empatar el partido, hasta que él mismo vio la roja por pisar a Spahic. Es el central que Braulio tenía fichado para el Valencia, un tipo ya veterano y experimentado, pero no menos que Aduriz, que sin embargo cayó en la provocación y perjudicó gravemente a su equipo. Está bien que pida perdón porque la jugada tiene delito, pero no es más que una jugada. Más allá, hay que empezar a preguntarse por qué el delantero vasco no es más que una sombra del que era hace un año por estas fechas.
Creer y no creer
Después del espectáculo del miércoles en Mestalla el Valencia ganó muchos creyentes, dio pruebas evidentes de que la Liga podía estar viva y ser muy bonita, pero hay que ver la capacidad que tiene este equipo para enganchar y desenganchar a su gente. Es sorprendente el conflicto de fe que provoca el Valencia en las conciencias de sus aficionados. Desde luego, la mayoría de los que el miércoles creían lo seguirán haciendo, aunque a trancas y barrancas, pero qué difícil es creer, qué difícil lo ponen a veces. Con el Chelsea a la vuelta de la esquina, lo único que se puede hacer ahora es creer.
http://www.superdeporte.es/julian-montoro/2011/09/25/ojos-enganan-arranques/139753.html
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