La inesperada visita. David Villa ayudó a Miguel a soportar el protagonismo al que sus actos lo han condenado. El Guaje acudió a Mestalla, se sentó en el palco y desvió la atención que sobre el portugués se centraba. Y él, parecía encantado. En el derbi autonómico, el jugador que ha dejado en el Valencia 40 millones, fue protagonista
En la semana de Jonas, Miguel y David Villa fueron los protagonistas. Y no por su juego. El Guaje regresó a Mestalla para ver a los que fueron sus compañeros y su llegada se asemejó a la de un actor en la alfombra roja. Fotos por aquí, fotos por allá. Y él, feliz y encantado. Sentado en el palco, en la misma localidad que ocupaba cuando era jugador, Villa se pasó el partido hablando con Juan Mata y recibiendo SMS, mientras Vicente -una fila por detrás- bromeaba con ambos. El protagonismo del Guaje, lo agradeció Miguel.
Emery, para evitar que la grada se pronunciara, dejó al rebelde Miguel en el palco y su imagen fue recogida por todas las cámaras. Cabizbajo y hundido moralmente, el lateral comprobó que su díscolo comportamiento no gusta. Y, aunque ahora el club lo mima, Miguel ya sabe que deberá ser impecable en sus actuaciones para sobrevivir hasta final de temporada. Al llegar al estadio y tener contacto con la afición, el jugador comprobó lo que se opina de él -vamos, todo lo contrario que hacia Villa-. También palpó lo que piensa la hinchada de él, Jonas. Al brasileño, que se estrenaba en el palco, le obnubiló el espectáculo. Al brasileño, que le sorprendió la "simpatía y cercanía" de Villa, le impactó la "verticalidad" de Mestalla, un estadio que ya "le encanta". A lo mejor, es precisamente por ese encanto, por el que la federación oficializará en breve que Mestalla vuelve a ser escenario de una Copa del Rey -del Barca-Madrid del 20 de abril-. De un gran espectáculo. Todo lo contrario de lo que Valencia y Hércules ofrecieron anoche. Y eso que la grada se envalentonaba con nada. La pancarta mostrada en el fondo sur ya lo avisaba: "Els colors d'una grada, l'orgull d'una terra". Pero ni unos ni otros quisieron agradar. O al menos eso pareció. Espesos y sin ideas, el Valencia se enmarañó en el ovillo tejido por Emery. Y es que, jugar sin extremos y colocar un rombo en el centro del campo (Topal, Banega, Tino y Chori), hizo que los jugadores se toparan e improvisaran sin sentido. Pero el fútbol es tan caprichoso que, cuando peor pintaba el partido (le anularon un gol a Valdez por fuera de juego), en la contra, Aduriz abrió el marcador para contabilizar su noveno gol en Liga. Y, con esa agradable sensación, llegó el descanso. Momento para reponer fuerzas. Para casi todos, ya que a Villa no le dejaron pegar bocado ya que todos querían hacerse fotos con el campeón del mundo. Y, por un minuto, no se perdió el golazo de Tino Costa, el segundo que marca el argentino de falta directa. El partido ya estaba encarrilado y la tercera plaza al alcance de la mano. El Valencia, ya cómodo, empezó a gustarse y a gustar a la grada que, entonces sí, cantó, aplaudió y disfrutó en una noche donde pasado (Villa), presente (Mata) y futuro (Jonas) compartieron un sueño, que el Valencia pueda ser tercero. Falta un punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario