Mestalla merecía más

Mestalla había ganado el partido. Lo hizo creando un ambiente involvidable. Como en las mejores noches europeas. Como contra la Lazio, el Barcelona «o el Leeds. La afición se contagió se ese espíritu de Champions, que también reflejó el club en su campaña, y repitió la historia. Tal y como decían Mata, Aduriz, Soldado y companía en el vídeo. Llenó el campo, animó, vivió el partido como si estuviera jugando, pitó a Raúl, coreó las jugadas de los blanquinegros, protestó y, en definitiva, dio una lección a Europa. Una lección y un mensaje, si alguien quiere ganar aquí va a tener que ganar al Valencia, pero también a Mestalla. ¡Que lujo!

Que privilegio es para el club tener una afición así. Una afición que respondió, primero, llenando el campo. A partir de ese momento, llegó el espectáculo del ´12´ del Valencia. Y nunca mejor dicho. Ayer no sonó la música de la Champions, pero dio exactamente igual. Mestalla puso la banda sonora con aplausos, cánticos y hasta tracas antes del partido. Algunos hasta rescataron las camisetas de Villa con el ´7´a la espalda para dedicárselas a Raúl. Para él fueron didigifdos los primeros cánticos. «Raúl canalla, fuera de Mestalla». La afición pitaba cuando escuchaba su nombre por megafonía. «¡A por ellos, a por ellos!». Y, sobre todo, cánticos contra los muchos madridistas infiltrados que se habían colado en la fiesta del Valencia con camisetas del ´7´. Empezaba el partido y pronto llegaba la celebración del primer gol de Soldado. «¡Goool!». Mestalla se volvía loca». Y más cuando el portero de la casa, Guaita, empezaba a sacar manos de las suyas. El estadio era una fiesta. Una fiesta a la que le faltaba un gol.«¡Uy yy!», gritaba después de otro disparo de Soldado. No había forma. ¿Y por qué no de falta? Mestalla fue un clamor después de que el árbitro señalara un falta en la frontal.«¡Tino, Tino, Tino!». Lástima.

El descanso sirvió para que alguno le recordara a Raúl que Villa le quitó el puesto en la selección. «Illa, illa, illa, Villa maravilla!». Fue una broma. La gente lo que quería era un gol. Se levantó de la silla en dos ocasiones. A remate de Banega y de Aduriz. «¡Casi!». Lo que no pensaba es que volvería a hacerlo para maldecir el gol de Raúl. Fue ahí cuando el público en envalentonó y echó el resto. «¡A por ellos, a por ellos!», fue la respuesta. Nadie se lo creía, pero había que apoyar hasta el final. Mestalla se cabreó con el árbitro y volvió a rugir con la entrada de Vicente y Joaquín. Pidió penalti y puso todo de su parte. Pero el castigo era muy duro. Se marchaba enfadada y dolía. Había merecido ganar el encuentro.