Durante el verano, Braulio puso el lazo a Iago Aspas y a otros muchos jugadores que se quedaron en el camino
J. C. VALLDECABRES | VALENCIA..- Con el teléfono apagado. Así disfruta de su tiempo libre un director deportivo de un club de élite como el Valencia. Braulio Vázquez luce desde ayer bermudas a pie de piscina en uno de los hoteles de más porte de Benidorm. Después del verano tan extraño que se ha vivido en el seno del club, el lunes se echó el cierre al mercado y Braulio y su familia se dieron a la 'fuga' a las pocas horas. El responsable deportivo blanquinegro se ha marchado de mini vacaciones con la sensación de haber hecho todo lo que ha podido por dotar de potencial al Valencia de Djukic.
No podía imaginar Braulio allá por el mes de junio que se iba a llegar a las doce de la noche del lunes 2 de septiembre con la configuración que tiene actualmente este Valencia, que se ha gastado 7,1 millones de euros y que ha vendido por casi 40. En sus planes, por ejemplo, no entraba una plantilla sin Roberto Soldado, ni tampoco con Rami (porque era el que más cartel tenía) ni con los dos porteros (se pensó en Palop y luego en Aranzubia) ni con gente que no cuenta para el entrenador, como es el llamativo caso de Pablo Piatti.
Los planes iniciales saltaron por los aires y no hubo otro remedio que ir adaptándose a las circunstancias, precisamente en el arranque de la era Salvo. Hacer méritos ante el nuevo jefe de esta manera suele ser bastante complicado, aunque el presidente afirma estar satisfecho con el esfuerzo que ha realizado Braulio.
Desde luego, el mayor impacto que ha sufrido el Valencia este verano ha sido la marcha de Soldado. En pocas horas, el Valencia perdió a su jugador más importante en lo social y en lo deportivo. Encontrar un goleador no es fácil pero menos aún ficharlo con un talón con tan pocos ceros. Si el Valencia hubiera conocido con antelación la opción de perder a su 9, hubiera hecho algún movimiento buscando un recambio fiable y, encima, con tirón. De ahí que opciones antiguas como Chicharito (Manchester United) o Kevin Gameiro se esfumaran.
En unos casos el Valencia llegó tarde y en otros ni llegó porque, simplemente, no tiene músculo suficiente ni para abonar sueldos importantes ni tampoco fichajes con grandes desembolsos. Sólo hay que echar un vistazo a cómo se ha tenido que cerrar la operación de Dorlan Pabón para darse cuenta de las dificultades económicas que tiene el club en ese sentido. Un grupo inversor puso la mitad de esos 7,5 millones para traer al colombiano.
Hace un año, pensar que el Valencia lo volvería a intentar con Kevin Gameiro hubiera podido ser calificado poco menos que de sacrilegio. El francés plantó en su día a Manuel Llorente y a Braulio para firmar por el PSG, pero el tiempo y el dinero -sobre todo- lo curan todo. Por eso a Braulio se le escapó el internacional galo, comprometido con el Sevilla. Mediáticamente la llegada de Gameiro al Valencia hubiera sido jugosa, pero desde luego la operación de Helder Postiga ha sido excepcional por el precio (algo más de 3 millones de euros con cláusulas) y porque el portugués ha demostrado ser un rematador nato.
Hubo por supuesto más delanteros en la agenda de Braulio. Cada día le llegan infinidad de ofrecimientos de futbolistas. En unos casos no agradan y en otros se plantea el reto de ir a por ellos. No es fácil conquistar jugadores que están en equipos grandes para que vengan a un Valencia que paga lo que paga y que va a jugar la Europa League. El Chelsea de Mourinho acumulaba en su nómina delanteros que gustaban.
Al equipo inglés lo trilló bastante Braulio. Ahí estaban Demba Ba, Lukaku y Marin, ofrecido este último al Valencia y al final en las filas del Sevilla de Emery. En esa lista que salieron de delanteros figuraron nombres como Pablo Daniel Osvaldo (por entonces en el Roma), John Guidetti y Edin Dzeko del Manchester City, Olivier Giroud del Arsenal y hasta el brasileño Fred, del Fluminense.
De todas formas, el caso que más desvelos ha provocado en Braulio ha sido el de Iago Aspas. Le tenía y le tiene una fe absoluta en este futbolista. Valverde y Braulio no tenían ninguna duda respecto a su potencial. Por eso el Valencia le echó un lazo que luego tuvo que deshacer tras el cambio de gobierno. Iago Aspas, ahora, se ha convertido en una de las estrellas del Liverpool, líder en la Premier aprovechando que Luis Suárez todavía cumple su pena por su mordedura absurda al rival.
Por orden de importancia, tras lo de Iago, estaría situado Giovani dos Santos. El Villarreal hizo lo que no pudo hacer el Valencia por imperativo económico. Poner dinero encima de la mesa. Así pasó con el habilidoso mexicano y también con su compañero en el Mallorca Tomás Pina. Pasaban los días y Giovani, con varias ofertas también en su poder, iba poco a poco arrimándose a El Madrigal.
Aunque no es el mismo caso, lo cierto es que con Iborra pudo pasar una situación con ciertas similitudes. El de Moncada siempre ha estado bien considerado en el club de Mestalla, tanto en el aspecto futbolístico como en el personal porque, además, reunía su condición de valenciano. Lo de pagar seis millones por él para sacarlo del Levante era ya algo más espinoso. Emery hizo fuerza y el centrocampista puso rumbo a Sevilla. Desde luego, el conjunto andaluz lo ha tenido muy fácil. Con la venta de sus estrellas manejaba dinero y se hizo con objetivos muy definidos por Braulio, como ocurrió con Vitolo, cazado por la secretaría técnica blanquinegra cuando se trajo a Jonathan Viera.
Llegó temprano Javi Fuego pero para encontrarle pareja hubo que pelear lo suyo porque había problemas hasta para alcanzar su ficha. Oriol tuvo que venir cedido y sin pagar nada al Chelsea. Se dijo semanas atrás que interesa Abel Aguilar, quien hizo las maletas para acabar en las filas del Tolouse.
En previsión a que saliera Rami, el Valencia buscó centrales como Aurelien Chedjou tras pensar también en la recuperación de un Albiol con una ficha espeluznante en el Madrid que finalmente ha terminado en el Nápoles por 12 millones. Imposible pues para el Valencia, que al menos pregunta. Así ha pasado con Juan Mata, a quien Mourinho parece haber castigado al ostracismo en este inicio de temporada.
El Valencia está condenado a agudizar el ingenio, a tener suerte y a pedir cesiones. Barcelonistas como Isaac Cuenca, Tello y Bartra han estado en algún momento con más o menos intención en el punto de mira blanquinegro. Fueron espiados también Ilombe Mboyo (Gent), y Michy Batshuayi e Imoh Ezequiel del Standard de Lieja.
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