El mal sabor de boca que deja Unai en su manejo del vestuario resultará decisivo en la elección de Braulio
J. C. VALLDECABRES VALENCIA.-
«Esto ya no lo levanta nadie». La reflexión de un alto cargo blanquinegro tras la pachanga que quiso jugar su equipo en Málaga refleja el sentimiento de decepción del valencianismo. Hay decepción con los jugadores y también con el entrenador. Emery va a poner fin a un ciclo de cuatro años dejando un molesto tufillo que entorpecerá la visión de su correcto trabajo global.
A Emery, que el sábado alardeaba de sentirse «como un roble de fuerte», se le va a azotar duro en lo poco que falta. Es el precio que paga por la indolencia de los futbolistas, los mismos a los que siempre ha protegido en público. El valencianismo se encuentra en una disyuntiva: autoalimentarse de ilusión para ganar mañana a Osasuna o discutir qué candidato es el más idóneo para el relevo en el banquillo.
Quien se la juega es Braulio Vázquez. Será su decisión más importante desde que recogió los galones de Fernando Gómez. Braulio y Llorente han hablado ya de quiénes son los idóneos para el nuevo proyecto.
Desde el club se trata de transmitir la sensación de que no hay prisa. Hay tiempo suficiente para manejar este fichaje. Es más, en las conversaciones informales que ha mantenido el propio Braulio con sus consejeros, éste les ha reconocido de manera reciente que «aún no está decidido» el nombre del sucesor de Emery. Esquivar la cuestión es además la mejor vía para no incomodar ni a los candidatos ni a sus actuales clubes.
Mucho antes de que Emery anunciara a la plantilla su adiós, ya se había abierto el fuego con el fin de ver quién reúne las características idóneas para trabajar en Paterna. ¿Qué tiene en común gente tan dispar como Djukic, Caparrós o Luis García, los tres entrenadores hoy por hoy mejor situados en la agenda de Braulio Vázquez? Sus filosofías futbolísticas son diferentes (aunque todos guardan fidelidad al 4-2-3-1), pero todos ellos coinciden en su capacidad para atar en corto al vestuario. Si respecto a Caparrós no se duda de que luce galones de sargento, tanto Djukic como Luis García han sabido ponerse a los respectivos vestuarios de su parte. «Con esta plantilla no podemos traer a otro entrenador blando», se apunta con amargura desde el club.
El ex futbolista serbio conoce por dentro y por fuera el Valencia, cae bien a la afición y va camino de ascender con el Valladolid, con el que tiene dos años más de contrato. «No hay nada, estoy a gusto aquí. Lo único en lo que pienso es subir a Primera», afirmaba ayer el preparador serbio.
Poco después, el presidente pucelano, Carlos Suárez, desvelaba lo que vale fichar a Djukic: «Hay una cláusula de rescisión para las dos partes, que es lo que le quede de contrato por cumplir». Ha encontrado Djukic en Valladolid un vestuario más calmado que el que le recibió en el Hércules (estuvo nueve partidos y bajó). En Alicante nada más llegar apretó las tuercas a los futbolistas. Mano dura. «Lo primero será endurecer la disciplina pero no porque sea algo extraordinario, sino algo normal. Se trata de que cada uno sea responsable», argumentaba. Cambió la tarifa de las multas por llegar tarde (de 10 euros por minuto a una fija de 1.000 euros), pero se comió un marrón gordo con el díscolo Drenthe.
El Valladolid de Djukic -en Segunda- apuesta por un buen trato de balón desde la defensa, con una intensa presión al rival casi desde su misma área, y la afición de Pucela le idolatra. Suele, además, ver mucho al filial y trabaja con canteranos a pesar de que tiene una plantilla larga con jugadores incluso sin ficha.
De Caparrós se dice en Palma que está a la espera de ver lo que pasa con el Sevilla. Uno de sus representantes tiene pendiente esta semana una reunión con Serra Ferrer, porque se ha deslizado que el técnico no descarta su interés en seguir (acaba contrato), a pesar de su alta ficha (1,4 millones). El Mallorca ha demostrado ser un bloque sólido, pero su juego carece de brillantez, aunque es, con un tanto encajado menos que el Valencia, la tercera mejor defensa de Primera.
En el caso de Luis García, es de sobra conocido el interés que tenía Llorente en echarle el guante el año pasado. El presidente cambió a última hora de parecer, apostó otra vez por Emery y el preparador madrileño acabó pagando un millón de euros para dejar el Levante después de sacarlo de Segunda y acabar en el Getafe de Ángel Torres. «Nunca he jugado en Europa y me hacía ilusión. Al ser el segundo año en Primera llegar a Europa es difícil», decía ayer el entrenador, admitiendo además, aunque sin entrar en detalles, que piensa ya en la planificación del Getafe para la próxima temporada.
Son los tres favoritos, aunque Braulio también ha elaborado informes otros muchos técnicos, como Luis Milla, seleccionador sub-21 y por tanto amplio conocedor de la cantera nacional, todo un tesoro en tiempos de crisis. Los miembros de la secretaría técnica valencianista se han desplazado con discreción para tomar buena nota de los candidatos, cómo trabajan sobre el mismo terreno de juego, en un entrenamiento y durante varios días a lo largo de la semana.
Por el camino se han ido apartando opciones como la de Pochettino, que dijo semanas atrás que seguiría en el Espanyol, e incluso Mauricio Pellegrino, segundo en su día de Benítez y sobre quien Llorente llegó en más de un momento a declarar públicamente su fe. El que fuera central del Valencia, también muy seguido por Braulio, está a un paso de comprometerse con el Estudiantes de La Plata.
Perfiles de talla mucho más alta que se han puesto encima de la mesa con más o menos fundamento son los de Rafa Benítez y hasta Villas Boas. No obstante, la postura del club en el sentido económico parece bastante definida y es la de no abandonar la línea de mesura. «Aquí se fichó a Koeman, con todo lo que ellos suponía económicamente, y mira cómo salió la experiencia», decía ayer una fuente valencianista.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2012-05-01/llorente-busca-sargento-entrenador-201205011136.html
J. C. VALLDECABRES VALENCIA.-
«Esto ya no lo levanta nadie». La reflexión de un alto cargo blanquinegro tras la pachanga que quiso jugar su equipo en Málaga refleja el sentimiento de decepción del valencianismo. Hay decepción con los jugadores y también con el entrenador. Emery va a poner fin a un ciclo de cuatro años dejando un molesto tufillo que entorpecerá la visión de su correcto trabajo global.
A Emery, que el sábado alardeaba de sentirse «como un roble de fuerte», se le va a azotar duro en lo poco que falta. Es el precio que paga por la indolencia de los futbolistas, los mismos a los que siempre ha protegido en público. El valencianismo se encuentra en una disyuntiva: autoalimentarse de ilusión para ganar mañana a Osasuna o discutir qué candidato es el más idóneo para el relevo en el banquillo.
Quien se la juega es Braulio Vázquez. Será su decisión más importante desde que recogió los galones de Fernando Gómez. Braulio y Llorente han hablado ya de quiénes son los idóneos para el nuevo proyecto.
Desde el club se trata de transmitir la sensación de que no hay prisa. Hay tiempo suficiente para manejar este fichaje. Es más, en las conversaciones informales que ha mantenido el propio Braulio con sus consejeros, éste les ha reconocido de manera reciente que «aún no está decidido» el nombre del sucesor de Emery. Esquivar la cuestión es además la mejor vía para no incomodar ni a los candidatos ni a sus actuales clubes.
Mucho antes de que Emery anunciara a la plantilla su adiós, ya se había abierto el fuego con el fin de ver quién reúne las características idóneas para trabajar en Paterna. ¿Qué tiene en común gente tan dispar como Djukic, Caparrós o Luis García, los tres entrenadores hoy por hoy mejor situados en la agenda de Braulio Vázquez? Sus filosofías futbolísticas son diferentes (aunque todos guardan fidelidad al 4-2-3-1), pero todos ellos coinciden en su capacidad para atar en corto al vestuario. Si respecto a Caparrós no se duda de que luce galones de sargento, tanto Djukic como Luis García han sabido ponerse a los respectivos vestuarios de su parte. «Con esta plantilla no podemos traer a otro entrenador blando», se apunta con amargura desde el club.
El ex futbolista serbio conoce por dentro y por fuera el Valencia, cae bien a la afición y va camino de ascender con el Valladolid, con el que tiene dos años más de contrato. «No hay nada, estoy a gusto aquí. Lo único en lo que pienso es subir a Primera», afirmaba ayer el preparador serbio.
Poco después, el presidente pucelano, Carlos Suárez, desvelaba lo que vale fichar a Djukic: «Hay una cláusula de rescisión para las dos partes, que es lo que le quede de contrato por cumplir». Ha encontrado Djukic en Valladolid un vestuario más calmado que el que le recibió en el Hércules (estuvo nueve partidos y bajó). En Alicante nada más llegar apretó las tuercas a los futbolistas. Mano dura. «Lo primero será endurecer la disciplina pero no porque sea algo extraordinario, sino algo normal. Se trata de que cada uno sea responsable», argumentaba. Cambió la tarifa de las multas por llegar tarde (de 10 euros por minuto a una fija de 1.000 euros), pero se comió un marrón gordo con el díscolo Drenthe.
El Valladolid de Djukic -en Segunda- apuesta por un buen trato de balón desde la defensa, con una intensa presión al rival casi desde su misma área, y la afición de Pucela le idolatra. Suele, además, ver mucho al filial y trabaja con canteranos a pesar de que tiene una plantilla larga con jugadores incluso sin ficha.
De Caparrós se dice en Palma que está a la espera de ver lo que pasa con el Sevilla. Uno de sus representantes tiene pendiente esta semana una reunión con Serra Ferrer, porque se ha deslizado que el técnico no descarta su interés en seguir (acaba contrato), a pesar de su alta ficha (1,4 millones). El Mallorca ha demostrado ser un bloque sólido, pero su juego carece de brillantez, aunque es, con un tanto encajado menos que el Valencia, la tercera mejor defensa de Primera.
En el caso de Luis García, es de sobra conocido el interés que tenía Llorente en echarle el guante el año pasado. El presidente cambió a última hora de parecer, apostó otra vez por Emery y el preparador madrileño acabó pagando un millón de euros para dejar el Levante después de sacarlo de Segunda y acabar en el Getafe de Ángel Torres. «Nunca he jugado en Europa y me hacía ilusión. Al ser el segundo año en Primera llegar a Europa es difícil», decía ayer el entrenador, admitiendo además, aunque sin entrar en detalles, que piensa ya en la planificación del Getafe para la próxima temporada.
Son los tres favoritos, aunque Braulio también ha elaborado informes otros muchos técnicos, como Luis Milla, seleccionador sub-21 y por tanto amplio conocedor de la cantera nacional, todo un tesoro en tiempos de crisis. Los miembros de la secretaría técnica valencianista se han desplazado con discreción para tomar buena nota de los candidatos, cómo trabajan sobre el mismo terreno de juego, en un entrenamiento y durante varios días a lo largo de la semana.
Por el camino se han ido apartando opciones como la de Pochettino, que dijo semanas atrás que seguiría en el Espanyol, e incluso Mauricio Pellegrino, segundo en su día de Benítez y sobre quien Llorente llegó en más de un momento a declarar públicamente su fe. El que fuera central del Valencia, también muy seguido por Braulio, está a un paso de comprometerse con el Estudiantes de La Plata.
Perfiles de talla mucho más alta que se han puesto encima de la mesa con más o menos fundamento son los de Rafa Benítez y hasta Villas Boas. No obstante, la postura del club en el sentido económico parece bastante definida y es la de no abandonar la línea de mesura. «Aquí se fichó a Koeman, con todo lo que ellos suponía económicamente, y mira cómo salió la experiencia», decía ayer una fuente valencianista.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2012-05-01/llorente-busca-sargento-entrenador-201205011136.html
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