P. Lloret
El entrenador del Valencia se equivocó desde su llegada cuando puso todo su empeño en jugar a campo abierto, buscó las victorias desde el intercambio de golpes, a ver quién podía más, con la esperanza de superar en goles al adversario
El entrenador del Valencia se equivocó desde su llegada cuando puso todo su empeño en jugar a campo abierto, buscó las victorias desde el intercambio de golpes, a ver quién podía más, con la esperanza de superar en goles al adversario. Por entonces, tenía dinamita en la delantera, pero los valencianistas se fueron a la calle de la Copa del Rey y de la UEFA por el valor doble de los tantos fuera de casa, se quedó fuera de la Champions y dejó escapar de forma lastimosa la Supercopa. Con esa filosofía, tan arriesgada como bien intencionada y poco precavida, pretendía enganchar a la afición y devolver la emoción del espectáculo a un sector de la grada que exigía diversión tras haber recriminado a otros técnicos sus criterios conservadores y supuestas sobredosis de aburrimiento. El asunto rebosaba demagogia. Aquella insatisfacción ha servido de caldo de cultivo para forzar un cambio que nos ha conducido a esta etapa tan desconcertante.
La portería a cero
La mejor versión del Valencia en las últimas semanas se ha visto lejos de Mestalla en partidos que han terminado con la portería propia a cero. San Mamés, es el precedente más reciente. Pero se pude aplicar a otros choques como Stoke o el Calderón. Allí se vio un equipo serio y bien plantado. Por el contrario, en sus actuaciones como local, el conjunto de Emery se muestra como una escuadra vulnerable, incapaz de conservar las ventajas iniciales, y asequible para cualquier oponente, por flojo que sea. Sin necesidad de grandes alardes, rivales de medio pelo le han coloreado la cara; el Zaragoza, por segundo año consecutivo, ha sido el último. Al Valencia le marcan los goles a pares en su feudo, y desde el inicio de este año sólo, se ha impuesto en un partido liguero —ante el Sporting—, el único en el que Guaita se mantuvo imbatido.
Aprender de la historia
En estas mismas páginas podrán leer mañana un informe detallado que viene a demostrar de manera indiscutible como el Valencia hizo de su eficacia defensiva una virtud fundamental que le llevó a conquistar sus últimos títulos ligueros. Sin esa premisa básica, los valencianistas no habrían podido cantar ninguno de sus tres últimos alirones. Los datos impactan por su contundencia, sobre todo en lo que se refiere a las actuaciones en Mestalla. En ese sentido, las cuatro últimas campañas —incluyendo la presente— han significado una ruptura con ese modelo que tantos éxitos ha proporcionado. La Historia del Valencia no engaña y cuando no se sigue ese camino, se protagonizan esperpentos como los vividos últimamente. La versión triunfal de este club se forja en la firmeza defensiva, a ver si de una vez por todas, alguien se aplica en su implantación sobre los terrenos de juego. Se está a tiempo de rectificar.
Frialdad en la grada
Al Valencia le ha tocado la china de jugar tres jornadas intersemanales de liga en casa, entre ellas, la cita con el Barça, lo que supone un perjuicio para su taquilla y un castigo para sus socios. El horario del choque ante el Zaragoza confirmó su carácter inadecuado. Apenas media entrada en Mestalla, demasiadas butacas vacías y al igual que en el resto de campos —incluido el mismísimo Camp Nou— una insoportable frialdad ambiental.
El comodín europeo
Queda la Europa League en la recámara, ese comodín ganador que algunos menosprecian y que puede salvar la temporada y hasta permitir que Unai Emery salga de Mestalla por la puerta grande.
http://www.superdeporte.es/colaboradores/2012/03/23/apuesta-equivocada-emery/157029.html
El entrenador del Valencia se equivocó desde su llegada cuando puso todo su empeño en jugar a campo abierto, buscó las victorias desde el intercambio de golpes, a ver quién podía más, con la esperanza de superar en goles al adversario
El entrenador del Valencia se equivocó desde su llegada cuando puso todo su empeño en jugar a campo abierto, buscó las victorias desde el intercambio de golpes, a ver quién podía más, con la esperanza de superar en goles al adversario. Por entonces, tenía dinamita en la delantera, pero los valencianistas se fueron a la calle de la Copa del Rey y de la UEFA por el valor doble de los tantos fuera de casa, se quedó fuera de la Champions y dejó escapar de forma lastimosa la Supercopa. Con esa filosofía, tan arriesgada como bien intencionada y poco precavida, pretendía enganchar a la afición y devolver la emoción del espectáculo a un sector de la grada que exigía diversión tras haber recriminado a otros técnicos sus criterios conservadores y supuestas sobredosis de aburrimiento. El asunto rebosaba demagogia. Aquella insatisfacción ha servido de caldo de cultivo para forzar un cambio que nos ha conducido a esta etapa tan desconcertante.
La portería a cero
La mejor versión del Valencia en las últimas semanas se ha visto lejos de Mestalla en partidos que han terminado con la portería propia a cero. San Mamés, es el precedente más reciente. Pero se pude aplicar a otros choques como Stoke o el Calderón. Allí se vio un equipo serio y bien plantado. Por el contrario, en sus actuaciones como local, el conjunto de Emery se muestra como una escuadra vulnerable, incapaz de conservar las ventajas iniciales, y asequible para cualquier oponente, por flojo que sea. Sin necesidad de grandes alardes, rivales de medio pelo le han coloreado la cara; el Zaragoza, por segundo año consecutivo, ha sido el último. Al Valencia le marcan los goles a pares en su feudo, y desde el inicio de este año sólo, se ha impuesto en un partido liguero —ante el Sporting—, el único en el que Guaita se mantuvo imbatido.
Aprender de la historia
En estas mismas páginas podrán leer mañana un informe detallado que viene a demostrar de manera indiscutible como el Valencia hizo de su eficacia defensiva una virtud fundamental que le llevó a conquistar sus últimos títulos ligueros. Sin esa premisa básica, los valencianistas no habrían podido cantar ninguno de sus tres últimos alirones. Los datos impactan por su contundencia, sobre todo en lo que se refiere a las actuaciones en Mestalla. En ese sentido, las cuatro últimas campañas —incluyendo la presente— han significado una ruptura con ese modelo que tantos éxitos ha proporcionado. La Historia del Valencia no engaña y cuando no se sigue ese camino, se protagonizan esperpentos como los vividos últimamente. La versión triunfal de este club se forja en la firmeza defensiva, a ver si de una vez por todas, alguien se aplica en su implantación sobre los terrenos de juego. Se está a tiempo de rectificar.
Frialdad en la grada
Al Valencia le ha tocado la china de jugar tres jornadas intersemanales de liga en casa, entre ellas, la cita con el Barça, lo que supone un perjuicio para su taquilla y un castigo para sus socios. El horario del choque ante el Zaragoza confirmó su carácter inadecuado. Apenas media entrada en Mestalla, demasiadas butacas vacías y al igual que en el resto de campos —incluido el mismísimo Camp Nou— una insoportable frialdad ambiental.
El comodín europeo
Queda la Europa League en la recámara, ese comodín ganador que algunos menosprecian y que puede salvar la temporada y hasta permitir que Unai Emery salga de Mestalla por la puerta grande.
http://www.superdeporte.es/colaboradores/2012/03/23/apuesta-equivocada-emery/157029.html
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