ANTONIO BADILLO
El fuego quema. Es una evidencia palmaria desde que al primer homínido le dio por frotar maderas y de aquella persistencia surgió una chispa. Ni al más osado paisano mesolítico se le pasaría por la cabeza juguetear con la llama de la vida. Pero ese ancestral respeto hacia lo inexplorado no forma parte de la genética de Emery. Su cota de miedo quedó colmada el día en que estrechó la mano de Soler mientras Marcelino huía despavorido de un Valencia en liquidación.
Novio de la muerte como buen legionario, al vasco no le tiembla el pulso cuando se entrega a su exacerbada pasión por las rotaciones o al delirante traqueteo de pizarra. Pero la última travesura es de las que enervan al purista. De la portería, ese puesto que desde que el fútbol es fútbol se considera de confianza, pende el cartel 'Deposite su currículum y ya le llamaremos'.
La arriesgada maniobra de la indefinición sale bien de momento. A Guaita correspondía la titularidad liguera tras los méritos contraídos el año pasado y la tiene. Alves no podía quedar relegado a la pedrea de la Copa, por su calidad y el dinero que costó, y ahí está disfrutando del néctar de la Champions. La descarnada competencia espolea a ambos, cada partidazo del valenciano halla una réplica mejor en el brasileño y viceversa, la armonía reina, los dos se sienten útiles, el equipo es inexpugnable y todos comemos perdices.
Pero la valentía no es contagiosa. Y como yo en Altamira habría emborronado paredes en lugar de tontear con el fuego, esto de convertir la portería en pasarela de moda sin que nadie sepa cuál es su competición me obnubila. El guardameta debe transmitir seguridad, y qué hay mejor que respirar confianza para afirmar el pulso. ¿Fui el único que vio trémulo anoche a Guaita? El invento funcionará hasta que alguno de los arqueros se trastabille ante esa presión extrema, el otro lo fagocite y el duelo que merecería tener dos ganadores arroje un perdedor. Si hay que mojarse, presiento que a Emery le gusta más la samba que el 'ball de Torrent'.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2011-10-02/samba-ball-torrent-20111002.html
El fuego quema. Es una evidencia palmaria desde que al primer homínido le dio por frotar maderas y de aquella persistencia surgió una chispa. Ni al más osado paisano mesolítico se le pasaría por la cabeza juguetear con la llama de la vida. Pero ese ancestral respeto hacia lo inexplorado no forma parte de la genética de Emery. Su cota de miedo quedó colmada el día en que estrechó la mano de Soler mientras Marcelino huía despavorido de un Valencia en liquidación.
Novio de la muerte como buen legionario, al vasco no le tiembla el pulso cuando se entrega a su exacerbada pasión por las rotaciones o al delirante traqueteo de pizarra. Pero la última travesura es de las que enervan al purista. De la portería, ese puesto que desde que el fútbol es fútbol se considera de confianza, pende el cartel 'Deposite su currículum y ya le llamaremos'.
La arriesgada maniobra de la indefinición sale bien de momento. A Guaita correspondía la titularidad liguera tras los méritos contraídos el año pasado y la tiene. Alves no podía quedar relegado a la pedrea de la Copa, por su calidad y el dinero que costó, y ahí está disfrutando del néctar de la Champions. La descarnada competencia espolea a ambos, cada partidazo del valenciano halla una réplica mejor en el brasileño y viceversa, la armonía reina, los dos se sienten útiles, el equipo es inexpugnable y todos comemos perdices.
Pero la valentía no es contagiosa. Y como yo en Altamira habría emborronado paredes en lugar de tontear con el fuego, esto de convertir la portería en pasarela de moda sin que nadie sepa cuál es su competición me obnubila. El guardameta debe transmitir seguridad, y qué hay mejor que respirar confianza para afirmar el pulso. ¿Fui el único que vio trémulo anoche a Guaita? El invento funcionará hasta que alguno de los arqueros se trastabille ante esa presión extrema, el otro lo fagocite y el duelo que merecería tener dos ganadores arroje un perdedor. Si hay que mojarse, presiento que a Emery le gusta más la samba que el 'ball de Torrent'.
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