DEMERYTOS

Al Valencia del 4-2-3-1 habitual, del olvidado 4-4-2 y del debatido 4-3-3 le ha salido un nuevo rival cuyo debut ha sido desafortunado: el 3-4-3 Las críticas más duras que recibe el entrenador le llegan cada vez que hace maniobras en su sistema

JUAN CARLOS VALLDECABRES VALENCIA..-

Sale disparado Manuel Llorente del Pizjuán acompañado por Fernando Giner. El presidente del Valencia mira pero no ve y oye sin escuchar. Va tan escocido por el 1-0 que casi hay que sujetarle y manejarle la cara para que, al menos, aparente prestar atención a lo que le dice el interlocutor. A Llorente como a cualquier aficionado le duelen las derrotas, y más si se producen ante nueve. Su cabeza está dándole vueltas a unas cosas y otras mientras Giner, a su lado, trata de hacer un cóctel con lamentaciones y reflexiones deportivas.

Minutos antes, Unai Emery ha tenido que afrontar una de esas comparecencias de prensa espinosas que ha despachado con un reparto generoso de «deméritos» para todos... menos quizás para él mismo. Emery no tiene ni mucho menos toda la culpa de lo que ocurrió en el Pizjuán porque ni falla pases, ni tira penaltis, ni tampoco recibe ni da pisotones; pero de la misma forma que a Guardiola supo buscarle las cosquillas en el primer tiempo, en esta ocasión a Marcelino le vino de maravilla el planteamiento táctico con el que inició el Valencia el partido.

Siente tanta predilección Unai por Guardiola que tres días después de que el Barça la pifiara en Mestalla con tres centrales, al técnico valencianista no se le ocurrió otra cosa que salir en Sevilla también con tres centrales. Ni a Guardiola le funcionó con Mascherano ni a Emery con un inocente Maduro y un desconcertado Víctor Ruiz.

Después de hablar y escribir mucho sobre la predilección que siente el preparador vasco por el 4-3-3, ahora resulta que le ha dado por alterar el orden y pintar un 3-4-3. Las críticas más duras que suele soportar habitualmente el entrenador es precisamente cada vez que le da por agitar los sistemas.

Esta temporada lo más resultón ha sido el 4-2-3-1 excepto en Bélgica cuando apostó por el 4-3-3. Y a la afición, lo de Genk le sentó pero que muy mal. En Champions hay que andarse con cuidado porque se supone que si no se es capaz de ganar a un mediocre equipo de una liga todavía más mediocre como la belga, más difícil será con el Leverkusen y nada que ver con lo del Chelsea.

Este sábado, en cambio, quiso Unai hacer la pirueta más difícil en uno de los partidos señalados como clave en el calendario y cayó al suelo sin red. Se olvidó el técnico de un dato que a toro pasado cae por su propia lógica: Víctor Ruiz se marchó del Nápoles porque fracasó con ese sistema defensivo, que tenía como titulares a Britos, Cannavaro y Federico Fernández. Si Víctor no triunfó allí, lo más probable es que tampoco lo consiga aquí. Con lo bien que lo estaba haciendo hasta ahora con la habitual línea de cuatro y lo mal que le salió con esta innovadora innovación.

Menos mal que el técnico admitió que «tomaremos decisiones». Todo lo que había ganado el Valencia en solidez defensiva en los últimos cuatro partidos saltó por los aires en tres cuartos de hora. Con tres centrales en el campo, Kanouté hizo sin vigilancia dos goles (menos mal que uno fue anulado). En el segundo, el que subió al marcador, Kanouté abusó del pasillo que le dejó primero Ruiz y más tarde Maduro. Quizás con Rami (el único que lo ha jugado todo) hubiera sido suficiente para mantener a raya a Negredo.

No es culpa del entrenador que a Mathieu se le vuelva a acabar el fuelle antes del final de la película y que Bruno desfallezca pasada la media hora; pero aunque el cuerpo técnico somete a la plantilla al plan físico previsto, sorprenden los bajones que experimentan bastantes futbolistas y que han motivado la preocupación del propio técnico. Al menos, la aparición del debutante Barragán sirvió para ofrecer algún apunte positivo.

Es demasiado pronto para juzgar si Antonio Barragán será o no el segundo lateral diestro del Valencia la próxima temporada, pero al menos tuvo claro dónde tenía que situarse (bien abierto a la banda) y qué era lo que debía hacer (alimentar de balones el área) para ponerle en aprietos al Sevilla. Justo lo que no supo hacer, o no le dijeron que hiciera, un agotadísimo Jeremy Mathieu.

La cara mala de Éver Banega

Al francés le tocará otra vez dar la cara el sábado que viene contra el Granada por la sanción a Jordi Alba y la duda es quién de los dos actuará este miércoles contra el Chelsea. Para este día se espera la mejor versión del Valencia, como mínimo la del día del Barça. Albelda, recuperado, contribuirá sin duda a darle el plus que se echó muy en falta en terreno andaluz. Topal, por su parte, va mejor pero todavía no tiene el alta médica.

Hablando de caras, Banega volvió a dar la que nadie quiere ver. La mala, claro. Falló en la dirección, permitió algunos robos de balón en zonas peligrosas y hasta se dio el lujazo de lanzar un penalti al poste. Tampoco es que su compañero de fatigas -dentro y fuera del campo- Tino Costa ayudara mucho, por no decir poco. Si Éver funciona al mismo nivel que El Molinón o contra el Barça, la lucha frente al Chelsea estará más igualada.

De haber marcado ese penalti (era el empate), es más que probable que el Valencia hubiera ganado el partido, sensación compartida prácticamente por todo el grupo, resignado después a una impotencia preocupante. No se entiende que Piatti, elegido para desarrollar un papel importante en este equipo, no esté dando el nivel deseado. De hecho, no ha completado ni uno solo de los seis encuentros disputados hasta la fecha, dos de los cuales incluso los ha iniciado desde el banquillo.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2011-09-26/demerytos-20110926.html