A César y Vicente no les han renovado, Emery no quiere a Navarro y Joaquín flirtea sin pudor con el Málaga - Todos los últimos capitanes del equipo han salido por la puerta de atrás - Unai elegirá este año a los representantes del equipo

AMPARO BARBETA VALENCIA Los futbolista se vanaglorian de que ser capitán es, más que una responsabilidad, un honor. Sin embargo, los hechos demuestran que en el Valencia de la última década, esta figura ha perdido más que su peso, su respeto. Este año, por ejemplo, de los cuatro capitanes elegidos por la plantilla en votación, dos han terminado contrato y no han renovado -César y Vicente-, uno no cuenta para Emery y se le está buscando equipo -Navarro- y otro -Joaquín- está flirteando sin rubor con el Málaga cuando aún le queda un año de contrato con el club que representa. ¿Eran los capitanes idóneos? "Eran los elegidos por todos", justifica un jugador. Sin embargo, el hecho de que en muchos partidos ninguno de los cuatro estuviera sobre el campo, convirtió el lucir el brazalete en una rifa: Miguel, Mata, Pablo...
Este año Emery, dispuesto a enmendar todos los errores cometidos en sus tres proyectos anteriores, piensa repetir el modelo de Rafa Benitez. Es decir, elegir a los que a su juicio son los referentes del equipo. En ese momento, verano de 2003, el técnico madrileño escogió a David Albelda y Rubén Baraja como estandartes del grupo. Y el camino fue gris. Albelda, siendo capitán, fue apartado del equipo por una inexplicada decisión de Koeman, y Baraja dejó el club en 2010 al finalizar su contrato. Ese mismo año, el portador del brazalete, Carlos Marchena, recien proclamado campeón del mundo, fue traspasado al Villarreal. El sevillano, precisamente, cogió los galones cuando Albelda fue marginado y compartió experiencia con Baraja -entre otras, las de lidiar con el presidente Vicente Soriano cuando el equipo estuvo tres meses sin cobrar-. Fue entonces cuando David Villa, la estrella del equipo y Raúl Albiol, se unieron al dúo. El valenciano, tras la Copa Confederaciones fue vendido por 15 millones al Real Madrid y el asturiano por 40 al Barcelona días antes de arrancar el Mundial en el que se proclamó campeón.
Remontándose al arranque de la década, ni Mendieta que fue vendido al Lazio tras coquetear con el Real Madrid; ni Cañizares, que se desvinculó al final de la temporada en la que fue uno de los apartados por Koeman; ni Ayala, que fichó por el Villarreal para, sin haber debutado, acabar jugando en el Zaragoza, abandonaron el club por la puerta grande. Una situación que contrasta, y mucho, con el modelo que impera en el Barcelona donde al capitán, ahora Carles Puyol, se le rinde pleitesía porque es un valor social que supera al rendimiento futbolístico. Un capitán, formado en la casa y que conoce perfectamente los valores del club, para el que su barcelonismo está fuera de toda duda porque, para él, es un orgullo vestir la camiseta y portar el brazalete en el antebrazo.
http://www.levante-emv.com/deportes/2011/06/17/maldicion-capitania/816718.html
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