Me pone de mala leche comprobar que a los cinco minutos ya echo de menos a Éver Banega, con lo que podría ser y no es.
Son necesarias más lecturas que un árbitro que no pita un penalti claro —o dos—sobre Joaquín por manotazo de Dabo o un carrusel de ocasiones de gol falladas ante un portero más que discreto al que ayer el Valencia hizo internacional porque las tiró todas al muñeco. Lo del árbitro no vale porque si a estas alturas estamos esperando a que nos echen una mano los árbitros significa no tenemos ni idea de lo que es la historia reciente del Valencia. Y lo de las ocasiones falladas tampoco porque de ocasiones de gol falladas, los andaluces también pueden escribir un periódico entero.
Sin alma, con ganas
Para mí lo realmente preocupante la sensación que da el Valencia de no haber superado los baches recientes, al menos en lo futbolístico, donde el equipo de Emery no parecer tener plan más allá de tirar p´alante por puro convencimiento y sensata honradez. Lo de ayer no es ya una cuestión anímica, porque en esas coordenadas el equipo estuvo como está siempre, sin alma, pero con muchas ganas, lo que pasa es que da la impresión de que hay una especie de empanada mental, como si los jugadores del Valencia tuvieran demasiadas ideas en la cabeza pero no supieran cuál de ellas es la que toca hacer en cada momento. De ahí que el partido fuera como una especie de lotería de la que el Sevilla había comprado más números. Malo, muy malo si te estás jugando las habichuelas y dejas que sea la fortuna quien decida.
De Banega a Joaquín
Hasta me pone de mala leche que a los cinco minutos de partido tengamos que echar de menos a Éver Banega. No por nada, simplemente porque arreglo a lo que podría ser y no es, este argentino redondito termina por desmontar mi teoría del fa mes qui pot que qui vol. Si no está él, terminamos llevando el balón a una de las bandas y ahí esperamos que el tipo en cuestión —mayoritariamente Joaquín— lo arregle en un mano a mano. Y ahí, dándole vueltas en si vale la pena ser cuarto pero con dignidad o si ser tercero cueste lo que cueste, caigo en contradicción porque me acuerdo de Miguel ¡Ya ves! Dime sacrílego, pero yo le ponía las pilas al portugués para ver si todavía puede jugar algún partido. Sí, lo admito, después de perder en Zaragoza y anoche contra el Mestalla, ya no me queda nada de dignidad. Ni una pizca. Ahora lo que quiero es ser tercero... aunque sea con gol de Miguel. Sé que puede sonar ridículo decir que la solución al Valencia está en Miguel o que la culpa es de Bruno, no, no digo eso, digo que hay que ser terceros, por lo civil, o por lo criminal... Es como lo de Banega, que lo mismo te echo de menos, que antes te echaba de más... «pero si tu no te das cuenta de lo que vales, el mundo es una tontería, si vas dejando que se escape lo que más querías».
Sea quien sea...
De todo esto, y partiendo de la base que es Unai Emery quien debe sacar al equipo del mogollón en el que se encuentra, me pregunto si será conveniente que el entrenador les diga a los futbolistas que es preciso ser terceros y que la temporada que viene, esté quien esté, se aproveche de ello. ¿Qué querrá decir Emery con eso de ´el que venga que saque provecho del tercer puesto´? ¿Es bueno que les deje a los futbolistas abierta la posibilidad de que él no va a seguir?
http://www.superdeporte.es/carlos-bosch/2011/03/21/das-cuenta-vales/122870.html
Son necesarias más lecturas que un árbitro que no pita un penalti claro —o dos—sobre Joaquín por manotazo de Dabo o un carrusel de ocasiones de gol falladas ante un portero más que discreto al que ayer el Valencia hizo internacional porque las tiró todas al muñeco. Lo del árbitro no vale porque si a estas alturas estamos esperando a que nos echen una mano los árbitros significa no tenemos ni idea de lo que es la historia reciente del Valencia. Y lo de las ocasiones falladas tampoco porque de ocasiones de gol falladas, los andaluces también pueden escribir un periódico entero.
Sin alma, con ganas
Para mí lo realmente preocupante la sensación que da el Valencia de no haber superado los baches recientes, al menos en lo futbolístico, donde el equipo de Emery no parecer tener plan más allá de tirar p´alante por puro convencimiento y sensata honradez. Lo de ayer no es ya una cuestión anímica, porque en esas coordenadas el equipo estuvo como está siempre, sin alma, pero con muchas ganas, lo que pasa es que da la impresión de que hay una especie de empanada mental, como si los jugadores del Valencia tuvieran demasiadas ideas en la cabeza pero no supieran cuál de ellas es la que toca hacer en cada momento. De ahí que el partido fuera como una especie de lotería de la que el Sevilla había comprado más números. Malo, muy malo si te estás jugando las habichuelas y dejas que sea la fortuna quien decida.
De Banega a Joaquín
Hasta me pone de mala leche que a los cinco minutos de partido tengamos que echar de menos a Éver Banega. No por nada, simplemente porque arreglo a lo que podría ser y no es, este argentino redondito termina por desmontar mi teoría del fa mes qui pot que qui vol. Si no está él, terminamos llevando el balón a una de las bandas y ahí esperamos que el tipo en cuestión —mayoritariamente Joaquín— lo arregle en un mano a mano. Y ahí, dándole vueltas en si vale la pena ser cuarto pero con dignidad o si ser tercero cueste lo que cueste, caigo en contradicción porque me acuerdo de Miguel ¡Ya ves! Dime sacrílego, pero yo le ponía las pilas al portugués para ver si todavía puede jugar algún partido. Sí, lo admito, después de perder en Zaragoza y anoche contra el Mestalla, ya no me queda nada de dignidad. Ni una pizca. Ahora lo que quiero es ser tercero... aunque sea con gol de Miguel. Sé que puede sonar ridículo decir que la solución al Valencia está en Miguel o que la culpa es de Bruno, no, no digo eso, digo que hay que ser terceros, por lo civil, o por lo criminal... Es como lo de Banega, que lo mismo te echo de menos, que antes te echaba de más... «pero si tu no te das cuenta de lo que vales, el mundo es una tontería, si vas dejando que se escape lo que más querías».
Sea quien sea...
De todo esto, y partiendo de la base que es Unai Emery quien debe sacar al equipo del mogollón en el que se encuentra, me pregunto si será conveniente que el entrenador les diga a los futbolistas que es preciso ser terceros y que la temporada que viene, esté quien esté, se aproveche de ello. ¿Qué querrá decir Emery con eso de ´el que venga que saque provecho del tercer puesto´? ¿Es bueno que les deje a los futbolistas abierta la posibilidad de que él no va a seguir?
http://www.superdeporte.es/carlos-bosch/2011/03/21/das-cuenta-vales/122870.html
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