La Liga es una carrera de fondo en la que la cabeza juega un papel decisivo cuando se llega a los kilómetros finales.
Dicen que el partido pudo acabar con empate a cuatro o incluso más. No hay mejor prueba de lo mal que estuvieron los dos equipos, con excepción de sus porteros. Madres en defensa y primos en ataque. Salió peor parado el Valencia y es una muy mala noticia, como lo es también el análisis más bien escaso de los protagonistas. la Liga es una carrera de fondo en la que la cabeza muchas veces tira del resto en los kilómetros finales, sobre todo cuando faltan las fuerzas. Por eso es importante mantener siempre la exigencia, maldecir los errores, pero exigir aciertos. Y el discurso del Valencia después de perder con el Sevilla estuvo más cerca de la resignación que de la rabia. Ellos sabrán, porque esas nueve finales hay que jugarlas y el final de fiesta podría ser más o menos feliz en función de la ambición y la conciencia con que los futbolistas salgan a jugar cada uno de esos partidos.
Descontrol
A partir de ahí, hay que preguntarse a qué se debe tanto descontrol, cuando es el Valencia el que juega en casa y parte con 15 puntos de ventaja sobre un equipo que necesita ganar desesperadamente, o sea, tiene que arriesgar. No tenía ninguna obligación el Valencia de convertir el partido en una ruleta rusa, sino de colocarse en el campo y gestionar el partido con calma y personalidad. Pero nadie pudo evitarlo, ni en el campo ni fuera. La entrada del equipo en el partido fue decepcionante. Ni hubo una apuesta ofensiva y decidida para desmontar al rival ni rastro tampoco de esa pausa y tranquilidad para manejar los tiempos. Al contrario, durante muchos minutos daba la sensación de que con un gol del Sevilla el Valencia se podía derrumbar como un castillo de naipes.
Penaltis
La única queja razonable es la de los penaltis. Desde hace algunos partidos están pasando cosas raritas y parece haber una consigna de no pitar jamás un penalti a favor del Valencia. No es ninguna rabieta, de verdad que estas cosas pasan. Es especialmente escandalosa la acción de Dabo sobre Joaquín en la primera mitad, Velasco Carballo no tenía más que verle la cara al defensa del Sevilla para saber que era un penalti de libro, pero los árbitros solo saben de reglas, no de fútbol ni de futbolistas. No perdió el Valencia en Zaragoza por los penaltis, anoche es posible que sí.
Villarreal
Las malas noticias —para el Valencia— no vienen solas. La derrota llegó a continuación de que el Villarreal, el gran rival y el único rival por el tercer puesto en la Liga, ganara un partido durísimo en San Mamés después de salvar su eliminatoria con el Leverkussen, porque cuando la cabeza funciona las piernas suelen hacerlo también. Lo hizo además con un gol de Marco Rubén, que no debería sermás delantero que Soldado, Aduriz o Jonas. Y ya puestos a ver fantasmas, ¿no resulta un poco extraño que Aduriz haya desaparecido del once titular después del partido de Alemania?
http://www.superdeporte.es/julian-montoro/2011/03/21/madres-defensa-primos-ataque/122871.html
Dicen que el partido pudo acabar con empate a cuatro o incluso más. No hay mejor prueba de lo mal que estuvieron los dos equipos, con excepción de sus porteros. Madres en defensa y primos en ataque. Salió peor parado el Valencia y es una muy mala noticia, como lo es también el análisis más bien escaso de los protagonistas. la Liga es una carrera de fondo en la que la cabeza muchas veces tira del resto en los kilómetros finales, sobre todo cuando faltan las fuerzas. Por eso es importante mantener siempre la exigencia, maldecir los errores, pero exigir aciertos. Y el discurso del Valencia después de perder con el Sevilla estuvo más cerca de la resignación que de la rabia. Ellos sabrán, porque esas nueve finales hay que jugarlas y el final de fiesta podría ser más o menos feliz en función de la ambición y la conciencia con que los futbolistas salgan a jugar cada uno de esos partidos.
Descontrol
A partir de ahí, hay que preguntarse a qué se debe tanto descontrol, cuando es el Valencia el que juega en casa y parte con 15 puntos de ventaja sobre un equipo que necesita ganar desesperadamente, o sea, tiene que arriesgar. No tenía ninguna obligación el Valencia de convertir el partido en una ruleta rusa, sino de colocarse en el campo y gestionar el partido con calma y personalidad. Pero nadie pudo evitarlo, ni en el campo ni fuera. La entrada del equipo en el partido fue decepcionante. Ni hubo una apuesta ofensiva y decidida para desmontar al rival ni rastro tampoco de esa pausa y tranquilidad para manejar los tiempos. Al contrario, durante muchos minutos daba la sensación de que con un gol del Sevilla el Valencia se podía derrumbar como un castillo de naipes.
Penaltis
La única queja razonable es la de los penaltis. Desde hace algunos partidos están pasando cosas raritas y parece haber una consigna de no pitar jamás un penalti a favor del Valencia. No es ninguna rabieta, de verdad que estas cosas pasan. Es especialmente escandalosa la acción de Dabo sobre Joaquín en la primera mitad, Velasco Carballo no tenía más que verle la cara al defensa del Sevilla para saber que era un penalti de libro, pero los árbitros solo saben de reglas, no de fútbol ni de futbolistas. No perdió el Valencia en Zaragoza por los penaltis, anoche es posible que sí.
Villarreal
Las malas noticias —para el Valencia— no vienen solas. La derrota llegó a continuación de que el Villarreal, el gran rival y el único rival por el tercer puesto en la Liga, ganara un partido durísimo en San Mamés después de salvar su eliminatoria con el Leverkussen, porque cuando la cabeza funciona las piernas suelen hacerlo también. Lo hizo además con un gol de Marco Rubén, que no debería sermás delantero que Soldado, Aduriz o Jonas. Y ya puestos a ver fantasmas, ¿no resulta un poco extraño que Aduriz haya desaparecido del once titular después del partido de Alemania?
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