Diego Alves vino a la capital del Turia.. pero todavía no para jugar en el Valencia. El portero del Almería encajó un gol en la derrota de su equipo a manos del Levante y se marchó de la ciudad cabizbajo. A pesar de su estado de ánimo atendió a SUPER a la finalización del partido para hablar del compromiso del Valencia a ficharlo si el Almería aceptara venderlo por tres millones de euros. El brasileño no puede hablar. Reconoce que es «un elogio que hablen de uno», pero rehuye seguir profundizando. Es lógico. Se limita a trasladar que está centrado en su equipo, el Almería, y que en lo único que piensa es sacarlo del descenso.
«Es un elogio que hablen de uno, pero ahora estoy centrado en el Almería. Lo que me importa ahora es hacer las cosas bien, pero yo sólo pienso en el Almería que es mi equipo», reconocía Alves segundos antes de subirse al autobús del Almería que los trasladaría al Aeropuerto de Manises. Acababa de perder los tres puntos, seguía en puestos de descenso y ni siquiera le consolaba que el técnico del Valencia, Unai Emery y el coordinador de la secretaría técnica del club blanquinegro, Braulio Vázquez —además de su agente Matías Aldao— le estuvieran siguiendo durante los noventa minutos en el palco del Ciutat De Valencia. «¿Sabía que estuvieron viéndole en el campo?» «No lo sé, la verdad, lo que me preocupa es ganar partidos con el Almería esta temporada y por eso no me voy contento», aseguraba el portero brasileño.
No era feliz porque había encajado un gol en el primer disparo entre los tres palos del Levante. Diego Alves encajó el gol de la victoria a disparo cruzado de Caicedo. Una jugada en la que los centrales del Almería hicieron aguas tras un pase interior de Xisco Muñoz. Minutos más tarde, el brasileño hacía una parada de mérito ante Javi Venta y, posteriormente, ante Xisco Muñoz. Acertó en las salidas, en los blocajes, en una cesión criminal de su defensa y hasta en un autogol que no entró por poco. Es un arquero que le gusta mandar. Chilla, ordena a los suyos y es muy expresivo. Solo había que verlo en el campo. Ese temperamento se convirtió en bondad al final del partido arropando a un recogepelotas que quería sus guantes. Tuvo una sonrisa para él, igual que unas palabras para SUPER.
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