El Valencia de Unai Emery y el que entrenaba Rafa Benítez son incomparables. Sólo los números tratan de disimularlo. Porque el vasco alcanzará el sábado su centenario liguero sentado en el banquillo blanquinegro con dígitos propios del técnico madrileño, pero, para bien o para mal, con una filosofía de juego mucho menos homogénea que la que llevó al conjunto de Mestalla a ganar dos Ligas BBVA y una Copa de la UEFA en sólo tres temporadas.
El análisis frío, estadístico, indica que el de Hondarribia superará el número de triunfos logrados por Benítez en ese mismo periodo si gana al Sporting. Serían 54 por 53, aunque el número de puntos totales estaría todavía de lado del exentrenador de Liverpool e Inter, quien sumó 186, por los 183 que lograría Unai Emery en el mejor de los casos.
Es pormenorizando en algunos detalles numéricos cuando ya se ven las primeras grandes diferencias entre una época y otra. El equipo de Benítez era mucho más férreo en defensa, así como menos productivo en ataque que el actual. Consecuencias de dos propuestas distintas y, también, de los mimbres que había y hay en la plantilla blanquinegra. El madrileño tenía a sus órdenes a gente de la talla de Ayala, Carboni, Pellegrino, Marchena o el propio Cañizares para mantener la portería a cero; el vasco cuenta ahora con Soldado y Aduriz y, sobre todo, tuvo a uno de los mejores artilleros de la historia del club en las dos campañas anteriores: David Villa.
Los caminos de aquel y este Valencia se separan definitivamente en el análisis de las alineaciones y de la gestión de la plantilla de sus respectivos técnicos. Las rotaciones irán para siempre ligadas al doblete, ya que Rafa Benítez instauró una política de relevos controlados, con un once tipo bastante definido y el 4-2-3-1 como sistema inamovible. Todo lo contrario que ocurre con Emery en el banquillo; este partió de ese mismo dibujo para acabar probando con otros cinco (4-4-2, 3-4-3, 5-4-1, 4-3-3 y y el 4-3-1-2 en rombo de partidos como el del Schalke).
Muchas de las dudas que hay alrededor de la figura de Unai Emery surgen de sus continuos cambios. Tantos como para no haber repetido ni una sola alineación desde principios de diciembre de 2009. Hasta 70 onces diferentes ha empleado en otros tantos partidos y no de un encuentro a otro, sino entre sí. Cuando no han sido las lesiones, las sanciones han impedido dar continuidad a un mismo bloque. Y en la mayoría de casos, las decisiones del propio entrenador blanquinegro.
El del Chori Domínguez, titular el pasado martes, es uno de los vivos ejemplos de la mutación constante del conjunto de Mestalla. Además de haber aparecido y desaparecido como el Guadiana de los planes del vasco, ha actuado en todas las posiciones posibles del medio del campo hacia adelante. Extremo derecho, extremo izquierdo, ariete, segundo punta o mediapunta con dos delanteros por delante. Maduro, Albelda o los ya exblanquinegros Marchena y Alexis también han pasado por tres o cuatro posiciones diferentes en los últimos 14 meses y medio.
Donde la comparación es más odiosa es en la parcela de títulos. Aunque en ese caso, más allá de la poca fiabilidad mostrada por los de Emery en los torneos del KO, por factores externos. Y es que los mismos puntos que permitieron al Valencia de Benítez proclamarse dos veces casi campeón de la Liga BBVA (en la 01/02 y 03/04), al del vasco apenas le alcanzan para ser tercero. Con Barça y Madrid en récords históricos, rozando el centenar de puntos, incluso si el conjunto de Mestalla hiciese el mejor campeonato de su existencia tendría seguramente que conformarse con quedar por detras de ellos.
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