Vicente Soriano ha de ser muy convincente. En grado máximo. Ya no valen las buenas palabras y las promesas. A cuarenta y ocho horas de la reunión del consejo de administración en la que se examinará ante sus compañeros de junta, el presidente del Valencia se limita a sonreír, al tiempo que asegura: “Todo va bien y se va a solucionar. Ahora mismo no puedo decir nada, pero el miércoles, después de la junta, hablaré yo”, anticipó ayer.
De momento, Soriano sigue sin conseguir el pretendido crédito de 15 millones con el que hacer frente a la deuda con la plantilla. El club hace gestiones con unas entidades de seguros con el fin de conseguir un aval para después acudir a los bancos. Pero además de esta incial frustración, su plan económico permanece en vía muerta porque continúa sin hacerse realidad la pretendida venta de las parcelas del viejo campo de Mestalla. Y, desde luego, las obras del nuevo estadio siguen paralizadas.
El presidente ha de lidiar mañana con las lógicas exigencias de ofrecer luz y taquígrafos de su gestión e, incluso, poner freno a alguna que otra dimisión, porque varios de sus compañeros de viaje ya han reiterado esta posibilidad, como hicieron en enero pasado. Y, mientras, en ambientes judiciales hay quien ve en el horizonte inmediato un concurso de acreedores, bien de carácter voluntario o necesario, es decir, instado por algún perjudicado.
Soriano está viviendo el momento de máxima tensión desde que el 25 de julio pasado accedió a la presidencia del Valencia. Llegó con todos los pronunciamientos favorables, como un esperado mesías que echaba por el suelo los apocalípticos vaticinios de Juan Villalonga, que era un aspirante a dirigir el club a pesar de que cifraba la deuda en cerca de 800 millones.
Con el beneplácito de Juan Soler, que le otorgó el pleno poder político de sus acciones, Vicente Soriano asumió en el Valencia el papel del salvador. Afrontó el evite con energía e ilusión. Rebajó en cerca de 200 millones los números negros que daba su contrincante, y a mediados de agosto, en la junta de accionistas, no sólo anunció la venta inminente de las parcelas de Mestalla, que reportarían al club unos beneficios superiores a los 300 millones de euros, sino que presentó un presupuesto en el que se preveía un beneficio neto 140 millones.
Soriano se encuentra con el agua al cuello. Admitió que se equivocó al dar fechas que no ha podido cumplir, pero sus buenas intenciones y reiteradas promesas han quedado sólo en eso, en palabras y más palabras. Está obligado a pasar a los hechos. Las visitas a los bancos no han dado el resultado que se esperaba y los consejeros, incluso algunos afines, empiezan a pensar que el dirigente debe dar muchas explicaciones y sobre todo ser convincente, con las cifras sobre la mesa.
Se lo van a exigir mañana. Quieren ver papeles. Están cansados de conocer por la prensa que el club ha rubricado con Mediapro un contrato de cinco años por los derechos televisivos o el de las equipaciones, con Kappa. Pretenden conocer de primera mano el plan de viabilidad. “Espero una explicación cristalina y un giro radical en la forma de proceder, porque de lo contrario presentaré mi dimisión, porque no quiero formar parte del consejo que acabó con el Valencia”, sentenció ayer Benjamín Muñoz, uno de los consejeros más críticos con Vicente Soriano .
Pero no es el único. En el pasado, éste, junto a Ana Julia Rosselló y Antonio Olmedo, ya forzaron una junta y le dieron un voto de confianza. La respuesta hasta ahora no les satisface. Además, Soriano ha de dejar clara la postura distante que mantiene con su vicepresidente Fernando Gómez, al que parece que no le perdona que no le consultara si debía o no haber acudido a una cita con una entidad bancaria cuando los dirigentes de ésta se lo pidieron a título personal. El presidente vio aquella reunión como una maniobra para derribarle en el supuesto de una intervención.
Entre tanto la familia Soler guarda silencio a la espera de acontecimientos –el día 17 debe hacer frente a los 26 millones de euros que adelantó en pagarés–, desde otros sectores surgen insistentes rumores de maniobras de empresarios de renombre y de ex consejeros que estarían dispuestos a reunir acciones para provocar una junta general e incluso para interponer una acción de responsabilidad.
De momento, Soriano sigue sin conseguir el pretendido crédito de 15 millones con el que hacer frente a la deuda con la plantilla. El club hace gestiones con unas entidades de seguros con el fin de conseguir un aval para después acudir a los bancos. Pero además de esta incial frustración, su plan económico permanece en vía muerta porque continúa sin hacerse realidad la pretendida venta de las parcelas del viejo campo de Mestalla. Y, desde luego, las obras del nuevo estadio siguen paralizadas.
El presidente ha de lidiar mañana con las lógicas exigencias de ofrecer luz y taquígrafos de su gestión e, incluso, poner freno a alguna que otra dimisión, porque varios de sus compañeros de viaje ya han reiterado esta posibilidad, como hicieron en enero pasado. Y, mientras, en ambientes judiciales hay quien ve en el horizonte inmediato un concurso de acreedores, bien de carácter voluntario o necesario, es decir, instado por algún perjudicado.
Soriano está viviendo el momento de máxima tensión desde que el 25 de julio pasado accedió a la presidencia del Valencia. Llegó con todos los pronunciamientos favorables, como un esperado mesías que echaba por el suelo los apocalípticos vaticinios de Juan Villalonga, que era un aspirante a dirigir el club a pesar de que cifraba la deuda en cerca de 800 millones.
Con el beneplácito de Juan Soler, que le otorgó el pleno poder político de sus acciones, Vicente Soriano asumió en el Valencia el papel del salvador. Afrontó el evite con energía e ilusión. Rebajó en cerca de 200 millones los números negros que daba su contrincante, y a mediados de agosto, en la junta de accionistas, no sólo anunció la venta inminente de las parcelas de Mestalla, que reportarían al club unos beneficios superiores a los 300 millones de euros, sino que presentó un presupuesto en el que se preveía un beneficio neto 140 millones.
Soriano se encuentra con el agua al cuello. Admitió que se equivocó al dar fechas que no ha podido cumplir, pero sus buenas intenciones y reiteradas promesas han quedado sólo en eso, en palabras y más palabras. Está obligado a pasar a los hechos. Las visitas a los bancos no han dado el resultado que se esperaba y los consejeros, incluso algunos afines, empiezan a pensar que el dirigente debe dar muchas explicaciones y sobre todo ser convincente, con las cifras sobre la mesa.
Se lo van a exigir mañana. Quieren ver papeles. Están cansados de conocer por la prensa que el club ha rubricado con Mediapro un contrato de cinco años por los derechos televisivos o el de las equipaciones, con Kappa. Pretenden conocer de primera mano el plan de viabilidad. “Espero una explicación cristalina y un giro radical en la forma de proceder, porque de lo contrario presentaré mi dimisión, porque no quiero formar parte del consejo que acabó con el Valencia”, sentenció ayer Benjamín Muñoz, uno de los consejeros más críticos con Vicente Soriano .
Pero no es el único. En el pasado, éste, junto a Ana Julia Rosselló y Antonio Olmedo, ya forzaron una junta y le dieron un voto de confianza. La respuesta hasta ahora no les satisface. Además, Soriano ha de dejar clara la postura distante que mantiene con su vicepresidente Fernando Gómez, al que parece que no le perdona que no le consultara si debía o no haber acudido a una cita con una entidad bancaria cuando los dirigentes de ésta se lo pidieron a título personal. El presidente vio aquella reunión como una maniobra para derribarle en el supuesto de una intervención.
Entre tanto la familia Soler guarda silencio a la espera de acontecimientos –el día 17 debe hacer frente a los 26 millones de euros que adelantó en pagarés–, desde otros sectores surgen insistentes rumores de maniobras de empresarios de renombre y de ex consejeros que estarían dispuestos a reunir acciones para provocar una junta general e incluso para interponer una acción de responsabilidad.
DE CORAZÓN OJALA QUE SE SOLUCIONE, PERO ESTA TODO MUY JODIDO...
HASTA LA MUERTE VALENCIA.C.F



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