Este Mestalla desgreñado y cascarrabias, cuya salud tantos quebrantos económicos le ha acarreado a lo largo de su vida al club que lo apadrina, pretende convertirse ahora en salvador del VCF, dispuesto a repararle de esos disgustos financieros y a agradecerle los desvelos sufridos en su crianza. Desde que en 1919, Milego y Medina le alquilaron a Eugenio Miquel, por 100 pesetas al mes, el solar de Algirós, para convertirlo en el primer terreno de juego del equipo, el recinto donde desarrollar la actividad propia de su ser -jugar al fútbol- no ha dejado de ser una sangría para el VCF. En 1923, el club adquirió al Barón de Bellver los originarios 10.000 m2 de lo que hoy es Mestalla. Le costaron 316.439,20 pesetas, que, obviamente, ya no pudo aflojar a tocateja y tuvo que abonar a plazos. Del mítico Fass Wilkes se ha dicho que pagó la primitiva tribuna de Mestalla, pero la expectación creada por el crack holandés y su consiguiente demanda de entradas, no daba para cubrir los gastos de plantilla que generaba el equipo. Al contrario; la ampliación del campo a 40.000 espectadores, abordada en los años 50, obligó a poner a la venta los famosos pases a 15 años y a emitir obligaciones por valor de 35 millones de pesetas. El VCF comenzaba a empeñarse seriamente. En 1980, los fastos del Mundial-82 ampararon una remodelación del campo, por valor de 600 millones de pesetas, que dejó tiritando al club. Sin poder pagar a la plantilla, el equipo descendió a Segunda. En 1997, Paco Roig acometió la última ampliación. Otros 4.000 millones de pesetas. Los 53.000 espectadores obtenidos con la reforma, tampoco sirvieron para equilibrar el presupuesto. La demanda de localidades ha hecho crecer a Mestalla, pero el aforo nunca ha cubierto el coste del equipo. Ahora, en el atolladero en el que se halla el VCF, el nuevo estadio, con la explotación de su terciario, proporcionaría los ingresos que la plantilla, por si sola, es incapaz de generar para autosufragarse. Público o privado, con visera o descubierto, el recinto de Benicalap es una fuente irrenunciable de beneficios. Su construcción es un problema, pero hasta que no se inaugure, la solución se demora.
martes, 31 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario