Si Bautista Soler no cambia de opinión, el Valencia afronta una semana trascendental en su historia.
La del ultimátum.
El viernes expira el plazo que el constructor, poseedor de la mayoría accionarial, dio a Vicente Soriano para que cierre la prometida venta de las parcelas de Mestalla. La fecha del 30 de enero está marcada en rojo en el calendario del Valencia desde que el patriarca de los Soler transmitió a Soriano su inquietud en presencia del consejero Vicente Silla.Sin embargo, Vicente Soriano afronta el que podría ser principio del fin con absoluta convicción.
En Mallorca se ha podido ver a un presidente sereno, seguro de tener todo bajo control. A cinco días de que expire el periodo de confianza que en él depositó Bautista Soler, el semblante del empresario de Puçol no sólo refleja tranquilidad, sino máxima seguridad en que va a sacar adelante la venta del suelo que ocupa el viejo Mestalla.
El presidente está convencido de que en pocos días sorprenderá a todo el mundo; a los que siguen confiando en él y a quienes no lo hacen.
Articula su esperanzador discurso sotto voce, ya que no quiere realizar manifestación pública alguna respecto al asunto. Se mantiene hermético, encerrado en su autoconfianza, en la que cree a pie juntillas. Es, al menos, lo que transmite.
Bautista Soler, por su parte, permanece a la espera. También callado, aunque seguramente con la escopeta cargada, a la espera de que transcurran los días fijados. En el momento en que se cumpla el plazo volverá a salir a la palestra, salvo que las conversaciones entre bastidores desemboquen en una nueva prórroga para Soriano o que en las próximas horas se cumplan las optimistas previsiones del presidente blanquinegro.
El desplazamiento a Palma no tuvo la foto del morbo.
Bautista Soler no viajó con el equipo, lo que evitó que los dos protagonistas de esta relación de amor-odio se vieran las caras como ocurrió hace una semana en Bilbao. Allí, en la capital vizcaína, el padre del ex presidente del Valencia no se reunió con el actual dirigente, pero sí mantuvo un breve encuentro con Vicente Silla, hombre de confianza suyo en el consejo, recordándole que el tiempo corre, que se acerca la fecha fijada como tope y que no hay novedades.
Todo apunta a que el patriarca de los Soler tampoco viajará el próximo miércoles a Sevilla, donde el Valencia jugará la vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey. Considera que con el equipo disputándose una plaza en las semifinales del torneo del KO no es lo más aconsejable hacer este desplazamiento y dedicarlo a apretar a Soriano.
Le acusarían de desestabilizar.
Aunque el presidente del Valencia no habla, su entorno sí lo hace para asegurar, siempre al amparo del más riguroso off the record, que Bautista Soler no tiene nada que hacer, salvo continuar confiando en Vicente Soriano.
Incluso se deja trascender el mensaje de que el actual dirigente valencianista va a sorprender en muy poco tiempo a quienes se atreven a poner en duda su trabajo. Va a acallar muchas bocas, dicen con firmeza. Y es que, además de la venta de las parcelas de Mestalla, se está ultimando el acuerdo con el nuevo operador de televisión al que el club blanquinegro va a vender sus derechos, que dejarán de pertenecer a la televisión autonómica valenciana.
Todo apunta a que Telecinco será la cadena con la que se firme, en perjuicio de Mediapro.
Esto reportaría al club cerca de 50 millones de euros anuales durante las cinco próximas temporadas, gasolina para llegar a final de Liga y un colchón que aliviaría el presumible retraso en la venta de las parcelas de Mestalla. Se trata de pan para hoy y hambre para mañana, pues el Valencia sobreviviría a costa de ingresos de futuro, pero desde hace tiempo el club blanquinegro no puede permitirse el lujo de pensar en otra cosa que no sea el presente.
Con todos estos frentes abiertos, aparece también en el espectro valencianista un ex futbolista del club: Amedeo Carboni, quien, aunque desvinculado en la actualidad, siempre tiene puesto fijo en cualquier quiniela que se haga de cara al futuro a corto-medio plazo. En los últimos días cobran fuerza un par de hipótesis con el italiano en su epicentro. Por un lado, se insinúa que sería la persona elegida por la familia Soler para reemplazar a Soriano en la presidencia, si es que finalmente es derrocado.
Pero no sólo eso.
Otras informaciones apuntan más allá, en el sentido de que el ex jugador italiano estaría buscando inversores en el extranjero para comprar el paquete accionarial de los Soler y, con ello, el Valencia.Como no podía ser de otra forma, Amedeo Carboni manifestó a LAS PROVINCIAS que prefiere no hacer ningún tipo de declaraciones.
El pasado viernes emprendió un viaje de trabajo fuera de España, en busca, según la versión oficial, de algunos futbolistas que le han solicitado determinados clubes de fútbol para los que trabaja. Lo hace para todo aquel que requiere sus servicios, como el Albacete y el Udinese en los últimos días. También está realizando alguna gestión para el Atlético de Madrid. Hasta mediada la semana que hoy se inicia no regresará a Valencia.
Carboni, sin embargo, no se cierra ninguna puerta, consciente de que su figura sigue siendo contemplada y respetada en el ámbito del valencianismo. Y, como todo humano, necesita trabajar para vivir. En el fútbol, por supuesto, que ha sido y es su vida. Lo que conoce, domina y es donde mejor se desenvuelve. Está por lo tanto abierto a cualquier posibilidad. Eso no lo niega.
Su relación con Juan Soler sigue siendo impecable, a pesar de que el ex presidente se decantó por Quique a la hora de poner fin a la tormentosa relación que mantenían el italiano y el madrileño. De hecho, Soler mantiene contacto permanente con Carboni e incluso hizo gestiones para que el de Arezzo fuera la imagen pública del Gran Premio de Europa de Fórmula 1 que se celebró el pasado mes de agosto en el circuito urbano de Valencia.
Los próximos días deben aportar novedades en un sentido u otro. Pese a ello, Vicente Soriano se mantiene firme, seguro de sí mismo y a veces hasta dejando escapar una leve sonrisa de complicidad, denotando que sabe muy bien lo que lleva entre manos y el golpe de efecto que va a suponer cuando, como él mismo dice, desvele todo.
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