Rufete comunicó al portugués que se quedaba si venía Senderos pero se iba en caso de que el elegido fuera Otamendi
J. C. V. | BARCELONA..-
Si hay un jugador del Valencia cuya profesionalidad nadie en el club pone en duda, ese es Ricardo Costa. Lo ocurrido en las últimas horas del mercado de fichajes fue el mejor reflejo de ese pensamiento. Tanto es así que ayer, un día después del frenesí de entradas y salidas abanderado por Rufete, algunos directivos de la entidad incluso hablaban de «haberse sentido mal» por la situación que el defensa vivió en el hotel de concentración en Pedralbes.
A Ricardo Costa se le llamó a una reunión nada más llegar a Barcelona. Rufete y Joan Salvans coordinaban la operación desde Valencia. El manager general deportivo fue muy claro con el capitán valencianista: en ese momento existía la posibilidad de que se le buscara una salida. En la partida de ajedrez por Vinicius Araújo se habían entrometido el Mónaco, el Inter de Milán y un equipo de la Premier. Si la operación con el brasileño se venía abajo, algo en ese momento muy probable, el Valencia habría fichado a un delantero europeo, dando además el visto bueno a la llegada de Otamendi. Y en ese escenario, el club ya tenía decidido ceder a Ricardo Costa al Besiktas. El jugador trasladó a Rufete su disposición a ayudar a la entidad (primas al margen, cobra 1.328.000 euros netos y un salario mensual de 6.000) siempre y cuando el equipo en el que recalara le garantizara minutos. Tras firmar a Vinicius, Rufete comunicó al capitán que se quedaba.
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