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Plan de trabajo del Valencia CF

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domingo, 15 de diciembre de 2013

MUERTE DEL VALENCIA GUBERNAMENTAL EN 10 APRECIACIONES

Es el deceso -se supone- del Valencia como entidad gubernamental, gestionada de un lustro a esta parte por gobiernos autonómicos o por bancos nacionalizados, e influida por los primeros desde mucho antes
 
VALENCIA. Aquí todo quisqui conoció a Mandela, se tomó un café e intercambió un par de risas con él (incluso los jugadores del Barça que en 2007 se negaron a recorrer 60 kilómetros en bus para visitar en recepción al ex presidente sudafricano; Eto'o incluido). Y todo quisqui tiene un comprador para el Valencia o conoce claves ocultas ("son top secret") sobre la multitud de inversores que quieren pujar, angelitos, por el murciélago de Mestalla.
 
No reúno ninguna de esas dos condiciones -así que vosotros sabréis-, pero sí varias apreciaciones sobre el funeral del Valencia como ente público, que se celebra desde hace unos días, repleto de tipos haciéndose 'selfies' con el club. También en este funeral hay una distorsión entre la realidad y los mensajes finales, debe ser porque los intérpretes de signos son de pega. Es el deceso -se supone- del Valencia como entidad gubernamental, gestionada de un lustro a esta parte por gobiernos autonómicos o por bancos nacionalizados, e influida por los primeros desde mucho antes.
 
Vayamos con las apreciaciones:
 
1. La venta, ¿un escándalo?: Cuesta comprender qué tiene de extraño que el Valencia se venda. No será la primera vez ni la última (si es que el club nos sobrevive). Paco Roig se compró (ejem) el club, posteriormente se lo vendió a Juan Soler... El Valencia es una empresa privada y, qué le vamos a hacer, puede comprarse y venderse.
Quizá, por aquello de que el poder público haya estado permanentemente rondando, y por un statu quo en el que todos éramos proclives a tener que financiar los boquetes de la caja de club y Fundación, terminamos creyendo que la del Valencia era una propiedad de carácter popular. Pero los equipos se venden, excepto las cuatro excepciones españolas (clubes deportivos compitiendo con sociedades anónimas). El Inter, la Roma, el Nápoles de De Laurentiis, el PSG, el Mónaco... Ni se trata de una sustracción al pueblo valenciano (ahora, de repente, a los personajes más insospechados les importa la valencianía del club) ni supone ningún tipo de sorpresa.
 
2. Un Valencia en manos de extranjeros, ¿un drama?: La posibilidad de que el Valencia acabe en manos de propietarios extranjeros cruje los sentimientos identitarios. Pero, fríamente, casi es un alivio. El Valencia, como SAD, lleva siendo de los valencianos unas pocas décadas y ha habido motivos suficientes para darse cuenta de que el poder (?) local ha fracasado en la gestión de la mayor celebridad de la Comunitat. Los valencianos han (hemos) sido un peligro para el Valencia, al punto de desaprovechar el trabajo sublime de un equipo y su cuerpo técnico durante unos cuantos años, y convertir esa oportunidad -gracias Juan y Vicente- en un billete de ida al abismo.
 
3. El posible comprador, ¿un motivo para el optimismo?: Teniendo en cuenta que en la venta de las acciones de la Fundación participa como cómplice la Generalitat, no es que haya demasiados motivos para la esperanza. Es entendible que Bankia, que lo que quiere es que le abonen 90 kilos, se decidirá por un pujante con la suficiente solvencia como para poder pagar los 220 de la SAD. Ahora, ¿quien compre querrá saldar la deuda recortando al equipo (¿queda algo por recortarle?), o de verdad traerá maletines con nuevas glorias? No nos pongamos en el mejor de los casos.
 
4. Alcaldesa, ¿dolorida?: Por favor, que en el funeral se presente una alcaldesa mostrando su indignación porque un banco quiera vender una empresa privada, ya es de traca. Si quedara decoro, Rita Barberá no utilizaría su supuesto sentimiento por el Valencia para hacer campaña (de la interna y de la externa).
 
5. El llorentismo, ¿preocupado por el futuro?: La batería de ataques proferidos por el entorno de Manuel Llorente es tan descarado que induce a pensar que sus críticas no se sustancian de preocupación por el futuro del Valencia, sino solamente por interés en derrocar al 'salvismo'. La última del expresidente, ayer, fue decir aquí: "me sorprende que en su momento cambiaran el patronato de la Fundación porque se comprometieron con la Generalitat a dar soluciones y a día de hoy no han solucionado nada". Llorente acusando a la Fundación de no hacer nada. Se suma al torrente discursivo de Andreu, cuyo desahogo ya no cabe ni en el Nou Mestalla. Sólo queda, no lo descartemos, que Társilo Piles salga a preguntarse qué hostias ha hecho Aurelio Martínez para solventar el problema. En qué manos estuvo el Valencia...
 
6. Amadeo Salvo, ¿amotinado por el bien común?: "Antes Bankia no cobraba y no pasaba nada", soltó Amadeo Salvo en mitad de la Junta, con ese cariz lastimoso que se le puso en la cara al encender el móvil. Amadeo se amotina. Es lógico: quiere seguir en el cargo porque ser presidente del Valencia relanza más que ser Conseller, dónde va a parar. Además ha movido su cuerpo mucho más que los últimos presidentes y ha tenido una voluntad modernizadora. Se siente con autoridad moral. Todo eso está muy bien. Pero que no trate de hacer pasar su gallarda resistencia por un acto de entrega al Valencia. Seguro que cree que es la persona idónea para el bien mestallero, pero su entrega responde a la conservación del cargo. También lógico.
 
7. Amadeo Salvo descabalgado, ¿hay derecho?: En plena algarabía funeraria quizá ha pasado por alto un pequeño detalle: el poder de Amadeo Salvo no le pertenece. Lo puso la Generalitat con la intercesión del Ajuntament y lo quitan cómo y cuándo consideren. Como Bancaja colocó a Llorente haciéndole pasara por espíritu santo, y la Generalitat se lo quitó después de encima lanzando a Varona a los despachos. ¿Pueden haber fallado las maneras?, ¿el banco se ha vengado tras el endurecimiento de las relaciones entre Bankia y Amadeo?, ¿es una pena que Salvo no tenga más tiempo? Pues puede ser. Pero ni él tiene derecho a decidir sobre su futuro (excepto si su futuro pasa por una dimisión) ni puede exigirlo (excepto que traiga al mismísimo maná).
 
8. Si queríamos ser demócratas, ¿por qué ahora queremos ser propietarios?: En el acto fundacional del desaguisado que se inventó la Generalitat en primavera-verano, estaba muy presente la idea de democratizar y repartir el poder entre el pueblo (también Javier Gómez iba con ésas). Con la marcha de Varona, quizá la única persona que se lo creía, se acabó esa rabia y Aurelio y Amadeo aplazaron las democratizaciones para el futuro, donde todo cabe. Ahora Salvo pretende, como tantos, importar a un inversor que tome la propiedad (y un grupo inversor no va a poner la pasta sin poseer el control accionarial). Un proyecto que ha virado de la democracia al control privado en medio año. Definitorio del nefasto planteamiento con el que todo comenzó y con el que presumiblemente acabará.
 
9. Bankia, ¿por qué has esperado?: Bankia escenifica, llena de prisas, una subasta, como Sotheby's.¿ A qué viene esta reacción tan repentina, tan brusca, emitida en mitad de un miércoles noche de Junta? ¿Porque ha aparecido la Virgen en forma de comprador y el juego va a hacerse con las cartas marcadas?, ¿por qué decidieron no seguir consintiendo las embestidas de Amadeo?, ¿por las prisas de fin de año?, ¿por la incertidumbre en torno al aval? O por todo eso junto.
 
10. ¿Para qué han servido estos años?: Tras el episodio Dalport pasó mucho tiempo donde el argumentario indicaba que vender el Valencia a un inversor sería una acción satánica (quienes lo enunciaban, ahora, ya fuera del club, buscan comprador). Transcurrieron los años refinanciando, con préstamos de préstamos, podando el potencial del equipo, depositando los traspasos en la sucursal más cercana. Y todo, finalmente, para tener la orilla igual de lejos que al principio, aunque con menos fuerzas (deportivas).
 
Que sigan las pompas fúnebres.
 http://www.plazadeportiva.com/ver/14376/la-opinion-de-vicent-molins-muerte-del-valencia-gubernamental-en-10-apreciaciones-.html

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