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Plan de trabajo del Valencia CF

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viernes, 25 de enero de 2013

SI NO QUIERES, NO PUEDES

Por no confiar en la remontada no lo hizo ni Valverde

G. Villas - Perfecto ejemplo del lugar al que ha conducido al Valencia su presidente, Mestalla vivió anoche la vuelta de una eliminatoria de Copa sin llegar nunca a creer que su equipo podría remontarla. Por no confiar, ni siquiera su propio entrenador lo hizo, desplegando, frente al once ortodoxo de Mourinho, un batiburrillo de viejos tics y nuevas fórmulas que dejaron bien a las claras que su mente estaba más en La Coruña que en ponerle las cosas difíciles al Madrid. Acaso impregnado ya, una vez ha enfocada su cámara, del espíritu perdedor, conformista y cariacontecido de quienes le contrataron, renunció Valverde a la épica y se conformó con no repetir el ridículo del domingo pasado. Si alguien acudió al campo pensando que allí podría pasar algo, tendrá que pedir cuentas a quienes han montado así el negocio. Cobrar, en todo caso, por ver lo que no fue más que un entrenamiento con árbitro y tarjetas no parece de recibo.
Sacando pecho
Así las cosas, imagino que quienes mandan en el club estarán satisfechos. Se acabó la trilogía y podrán salir a la calle sacando pecho por haberle arrancado un empate al Madrid en tres partidos, proeza sólo al alcance de los elegidos. Tirarán de hemeroteca, rojos de ira, para señalar a Muñiz y le echarán la culpa de todo lo que pasó el día de la manita a la indolencia de Gago, que en buen momento decidió reaparecer en escena. Sabido es que los de Florentino viven en otra galaxia y que pretender plantarles cara, tal como está la economía, es propio de ilusos o de esos pocos liantes desestabilizadores que de vez en cuando escriben para poner palos en las ruedas de un proyecto sin otra lacra que el haberse equivocado, por vez única, en la elección de un entrenador. Instalados en ese derrotismo cenizo prefieren ignorar que han construido un equipo hecho para lo que vimos anoche: hincar la rodilla ante el Madrid sin ofrecer siquiera un hálito de resistencia. Si un valencianista llevara diez años dormido y despertó anoche para ver a su equipo, seguramente querrá volver al mundo del sueño. Lo que ofrece este equipo, epítome cruel del llorentinato, no es más que una pesadilla.
Curiosidades
El partido ofreció algunas situaciones curiosas, más allá de la obviedad de que Mourinho quería asegurar la eliminatoria y su oponente, ayer en el palco, la daba por perdida. Fue aleccionadora, por ejemplo, la parada de Guaita al disparo de Ronaldo en el primer contraataque fulgurante del Madrid. Pareció la repetición del tercer gol del domingo de autos. Claro que entonces estaba Alves, mejor portero según Valverde. Pareció regresar Pellegrino, por otro lado, en la elección del sistema, que nos devolvió a dos auténticos puñales atacando por sendas bandas en las figuras de Guardado y Viera. El primero se pasó lo que jugó pensando que la portería estaba en el banquillo de Mourinho y hacia allí corría como un relámpago, sorteando contrarios que no acertaban a desentrañar qué pretendía realmente. Cuando en el descanso le explicaron que en fútbol se ataca hacia el fondo, el chico se desinfló y tuvo que quedarse en la caseta. Viera, no. El canario aguantó todo el partido, o eso dice la web de SUPER, que consulto en este momento para cerciorarme de esa eventualidad. Unimos lo de Guaita al curiosísimo ostracismo de Juan Bernat, porque por jugar incluso volvió a jugar Piatti „vuelvo a asegurarme vía web„, y no podemos sino concluir que aquí está pasando algo raro.
Fue un espejismo
El resultado de todo eso fue que el no querer del entrenador se transformó en un no poder de un equipo cuyo único peligro llegaba en faltas y córners, tan bien lanzados por Costa como mal defendidas por Casillas, Adán y buena parte de sus compañeros. Más allá de eso, todo un ejercicio de futilidad, impotencia absoluta en cuanto se merodeaba el área merengue y unos cuantos escarceos con los futbolistas rivales para salvar la cara ante un público que suficiente lleva sufrido en lo que va de temporada. Al Madrid le bastó con poner el piloto automático, emplearse con cierta contundencia en defensa y aprovechar un error de Ricardo Costa para pasar una eliminatoria que, en algún momento, en medio de la niebla que venía desde la Castellana, llegó a ver en peligro. Despejado el panorama, ahora vemos que aquello fue un espejismo. El sábado se visita el campo del colista. A saber qué Valencia veremos.

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