Siempre que puede, el Chori Domínguez se escapa a las playas de Cariló de Buenos Aires. «Las adoro», sonríe. Claro, aún no ha tenido la oportunidad de perderse por la costa valenciana del Mediterráneo, pero tendrá tiempo después de firmar para lo que resta de temporada y tres más con el Valencia.
Mientras, cuando se escapaba de la gélida Rusia, aprovechaba para perderse en lo que se considera un paraíso de frescura, libertad y satisfacción plena. Las aguas cristalinas que ofrecen las playas doradas de ese rinconcito de la Costa Atlántica le vuelven loco, como los «asados». No es de los que se pasan muchas horas preparando el típico asado argentino, como marca la tradición de su país por la que los hombres de la casa son los encargados de cocinarlos, pero él es una excepción, aunque después se chupa los dedos comiéndolo. «En la cocina me desenvuelvo mal, pero comer bien me gusta muchísimo», asegura el futbolista, que en su primer día en Valencia ya degustó una paella del Senyoret, «y la verdad es que me encantó».
SUPER ha querido descubrir la otra cara del Chori Domínguez, su lado más personal. Todo el mundo sabe cómo se las gasta sobre el césped, pero el argentino ya es uno más de la familia valencianista y abre las puertas a su intimidad «aunque me considero bastante tímido».
Mientras se le realizaba el test personal al Chori sonaron varios teléfonos móviles, y rápidamente cogió la palabra para considerar el «teléfono móvil como el mejor invento de la historia. Me considero un adicto a los celulares —así llaman los argentinos a los móviles— de última generación». En unos años a la gente le cambió la vida, pasando de estar localizados en casa a tener un teléfono a mano allá donde vas. Y el argentino es uno más.
También se declara un amante de la velocidad, de ahí que le gusten los vehículos deportivos. «Un auto ha sido el último capricho que he tenido», asegura. Pero el último fichaje del Valencia también le dedica tiempo a la lectura. ¿Con qué libro de los que ha leído se queda? Su respuesta no se hace esperar, prueba de que lo tiene muy claro: «El libro se llama ´Fracasos exitosos´, escrita por Bernardo Stamateas». Es un volumen de autoayuda que intenta transformar los fracasos en éxitos. Pasajes como el de «lo importante es aprender del error (…) El fracaso es una situación, no una posición; no es un muro, es una puerta que te llevará a una nueva dimensión de triunfo (…) El fracaso es parte del proceso de aprendizaje (…)».
La carrera futbolística del Chori no ha sido nada fácil, una lesión en el peroné estuvo muy cerca de acabar con su carrera, pero él no se rindió y aunque emigró a Rusia para hacerse un nombre, lo aprovechó al máximo para poder fichar ahora por el Valencia. Siempre ha tenido personas a su lado, gente que le ha ayudado en los momentos más difíciles, por eso dice admirar «a sus padres. No hubiera triunfado en el fútbol sin la ayuda de mi mujer y de mis padres». La familia es muy importante, igual que su hijo.
¿Qué otros deportes le gustan al Chori? «Sólo fútbol, a veces hasta me llevo a casa (risas). Demasiado me gusta», dice, antes de anunciar que «Maradona ha sido mi ídolo desde pequeño, para mí ha sido el mejor futbolista de la historia».
¿Y al margen del fútbol, qué ve por televisión? «Películas de acción es lo que más veo», asegura. ¿Cuándo apaga la tele? «Cuando hay programas de corazón, es lo que más odio. A mí no me gusta la fama, pero la asumo, pero no puedo con esos programas». En Rusia no tenía problemas con los medios y no cree que los tenga en Valencia, porque «mi deseo es conseguir muchos logros en el Valencia». Ahora bien, si tuviera que escoger dar una noticia a todo el mundo lo tendría claro: «La paz en el mundo». Las palabras las dice un futbolista que tiene la vida resuelta, por eso considera que su mayor virtud es «ayudar a la gente». A partir del día 28, el Chori ya está de vuelta a Valencia como uno más de la familia valencianista.
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